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SEP
2023

Documento consensuado 80 aniversario del levantamiento del ghetto de Varsovia

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Todas las personas son hermanas
 negros, blancos, marrones, amarillos
solo los colores son diferentes
¡pero su naturaleza es la misma!

Isaac León Peretz.

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Esta declaración internacional en el 80 aniversario del Levantamiento del Ghetto de Varsovia, que firmamos entidades judeo-progresistas y democráticas, es una gran manifestación en homenaje al legado que nos dejaran los y las combatientes, mártires, víctimas, sobrevivientes y herencias contra el nazismo, el fascismo, el neonazismo; también contra las nuevas amenazas criminales de guerra, contra el imperialismo. Y por la Paz, por la Humanidad, por la libertad de los pueblos, por el progreso, por el respeto a los Derechos Humanos Universales. Por el cumplimiento con el legado político y con los anhelos más profundos de los heroicos y las heroicas combatientes del Ghetto.

Documento consensuado, enunciado por representantes de las 26 organizaciones convocantes

Podés verlo con subtítulos en:

O leerlo completo, a continuación:

LA HISTORIA

Con la invasión de Polonia en septiembre de 1939, se inicia la Segunda Guerra Mundial.

Es 12 de octubre de 1940. Los nazis decretan la creación del Ghetto de Varsovia, donde es recluida la masa judía idishista de Polonia, una cultura entera. El ídish, idioma que hablaban aquellos judíos confinados, constituía su patria sin fronteras, los simbólicos ladrillos de las paredes de su propio edificio cultural. Fue el idioma del judío trabajador, el del proletario, el del confinado, y el elemento aglutinante de una cultura dispersa geográficamente, pero que constituía un pueblo. La cultura judía en ídish fue de suma importancia en el contexto del Ghetto. Su defensa implicó el resguardo de la propia historia y de una cosmovisión, porque en su ídish había algo propio y singular.

Es junio de 1941. Tras la invasión alemana a la Unión Soviética y su avance hasta las puertas de Moscú, la URSS declara la Gran Guerra Patria contra el enemigo Nazi y sus aliados.

Es enero de 1942, y en la conferencia de Wannsee se sistematiza la “solución final al problema judío”: el exterminio masivo de judíos, misión que le es encomendada a las SS, sostenidas por la Gestapo y la Policía. Pocos meses después, en la Batalla de Stalingrado, el Ejército Rojo de la URSS logra una victoria decisiva sobre el Ejército Nazi (Wehrmacht).

Ese año también se gesta en el Ghetto el Bloque Antifascista —con Józef Lewartowski y Andrzei Schmidt al frente—, el que pretendía incorporarse a la lucha internacionalista de liberación de los pueblos oprimidos, en la táctica de los frentes populares. Se disuelve tras el encarcelamiento de toda la dirigencia, pocos meses después.

Es el verano de 1942 y, a pesar de la resistencia de algunos grupos, pero con la pasividad de quien es dominado física y psíquicamente, alrededor de 300 000 personas son deportadas de Varsovia a Treblinka, uno de los cinco centros de exterminio masivo de judíos: entre gases, disparos y redadas, quedan apenas unos 60 000 judíos en el Ghetto.

Durante aquellos años hubo en el Ghetto, en medio de tanta desolación, luces brillantes que iluminan hasta el día de hoy: el hogar de niños huérfanos del Dr. Janusz Korczak, el archivo clandestino de Emmanuel Ringuelblum —esencial, junto con los testimonios y las publicaciones periódicas, en la reconstrucción histórica de aquel horror—, entre otros.

EL FRENTE POLÍTICO-MILITAR

El punto más alto de la resistencia es la creación, a fines de 1942, de la Organización Judía de Combate (ZOB): el frente político-militar integrado por la mayoría de los partidos políticos del Ghetto —sionistas, sionistas socialistas, socialistas, comunistas y otros.

La Organización Judía de Combate, en noviembre de 1942, declara traidor a su propio Consejo Comunitario (Kehilá) —Judenrat, de orientación colaboracionista— y a la Policía Judía: se comienza a reorganizar el movimiento clandestino en el Ghetto.

Es 19 de abril de 1943. El Ejército nazi al mando del general Jürgen Stroop entra al Ghetto de Varsovia con el objetivo de liquidarlo, de deportar a los 60 000 judíos remanentes, a los campos de exterminio. Ese día en ese año, iniciaba la celebración de Peisaj, importante fiesta judaica en la que se conmemora la liberación de los esclavos judíos en Egipto. Evocando el mensaje de libertad que esa festividad representa, se inició el Levantamiento. La Organización Judía de Combate, con Mordejai Anilewicz a la cabeza —más tarde sucedido por Marek Edelman—, y constituida en gran parte por jóvenes que no superaban los 22 años, organizó y empezó la resistencia, casi sin armas y con solo la voluntad de lucha. Así como estos hombres, también estuvieron al frente las mujeres: Niuta Teitelbaum, Rosa Rosenfeld, Zosia Iamaika, Ludka Arbetsman, Renia Niemietza, Margosia Zalstein. Esther Berenholz, Sonia Papierbuj, Halinka Rojman, Zoia Brzesinska, Schajne Faingold, Emilia Landau.

Sabían que no luchaban por su vida, sino por la dignidad del género humano mismo, por el respeto propio, por la igualdad, la libertad y la solidaridad. Para quienes combatieron no se trataba de luchar buenos contra malos, sino de cómo plantarse ante sus verdugos: dóciles o rebeldes.

En la actualidad, ante el resurgimiento del nazi-fascismo rearmado a escala mundial y ante el antisemitismo en creciente expansión y agresividad, esclarecer, difundir y recoger las enseñanzas dejadas por el histórico Levantamiento es un deber ineludible e impostergable. Debemos educar para prevenir un posible próximo genocidio.

EL LEVANTAMIENTO

Los jóvenes habitantes del Ghetto iniciaron, desde las guaridas subterráneas, desde el búnker de Mila 18, una revuelta armada que duró cuatro semanas, en condiciones desiguales, contra el Ejército alemán. Su conmovedora fuerza simbólica es nuestra bandera.

Los innumerables —sencillos pero colosales— actos de los combatientes del Ghetto, que han contribuido a un futuro —que hoy es presente— con espacio para la libertad, la emancipación de los pueblos, los Derechos Humanos, la justicia y la dignidad, constituyeron la Resistencia: una bella y elevada creación del Humanismo militante.

UNA LECCIÓN PARA CUALQUIER TIEMPO

¡Qué lección de vida que nos dejaron los y las combatientes! Ellos y ellas, ante la adversidad, priorizaron la unidad. Ellas y ellos entendieron que la única batalla que con seguridad se pierde es la que no se libra. Este es uno de los más importantes significados de su legado. El Levantamiento del Ghetto de Varsovia frente a la barbarie nazi pertenece ya al patrimonio de la Humanidad.

Hoy, más que nunca, debemos recordar a quienes combatieron en el Ghetto de Varsovia, rescatar sus valores colectivos: la vida, la dignidad humana, la rebeldía de oprimidos contra opresores, la libertad, la responsabilidad, la solidaridad, el respeto por la diferencia, la justicia y la igualdad. Debemos, también, transmitirlos a las nuevas generaciones. Porque hoy, más que nunca, cada acción solidaria por la vida contribuye a forjar una sociedad justa y humana. Bregamos por un mundo donde seamos “socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”, tal como marcó el rumbo Rosa Luxemburgo.

EL ACTUAL CRECIMIENTO DE LA DERECHA

El Levantamiento debe servir, también, como ejemplo de la lucha contra el negacionismo y las fake news, esas mismas herramientas que ya emplearon los nazis cuando le dijeron a la población judía del Ghetto que su deportación (a la muerte) tenía como objetivo mejorar sus condiciones de vida. Hoy, las posibilidades de manipulación son cada vez mayores, pero las estrategias son las mismas: la cultura del miedo, el discurso de odio, la construcción de un enemigo común y el vaciamiento del lenguaje, todo de la mano del desarrollo tecnológico, los algoritmos y la inteligencia artificial. Este es el caldo de cultivo del actual resurgimiento de la extrema derecha en todo el mundo.

La terrible experiencia que vivió Brasil recientemente, la que se mimetizó con el nazi-fascismo, debe servir de advertencia a todos los pueblos. La profundidad y solidez con la que se arraigó en la mente de casi la mitad de su población es una lección candente que los demócratas de todas las tendencias y latitudes debemos comprender.

También es necesario volver la mirada al Estado de Israel, donde parte de la población honra la memoria del Levantamiento cuando se moviliza y lucha para evitar la conversión de los oprimidos en opresores; para no dar aval a las justificaciones cínicas o hipócritas de cualquier barbarie o perversión. Como nunca antes en la historia de la evocación del Ghetto, que cuenta ocho décadas, lamentablemente, no tenemos dudas —y esto nos genera una gran preocupación— sobre dónde se hubieran ubicado en aquel contexto muchas de las fuerzas dirigentes que llevan adelante la actual política de extrema derecha que guía al Estado de Israel. Dicha política está generando, para el propio Estado, un destino incierto y peligroso, que puede implicar desde la destrucción de su sistema democrático hasta su conversión a una dictadura.

Es necesario recordar que este año también se cumplen 50 años del golpe de Estado en Uruguay; 50 años del golpe de Estado a Allende, en Chile; 40 años de la restauración de la democracia en Argentina y 190 años de la ocupación británica en las Islas Malvinas. La conciencia del pasado ilumina los caminos del futuro.

Nuestras organizaciones nacieron al calor de la lucha antifascista y se unieron para combatir al fascismo. Hoy, como ayer, debemos ubicarnos en la primera línea de combate, junto con todas las otras fuerzas democráticas, en unidad contra los movimientos de extrema derecha que avanzan en el mundo y que amenazan a la humanidad toda.

MIR ZAINEN DO! מיר זײַנען דאָ! (ESTAMOS ACÁ)
La Democracia no se negocia, porque Nunca Más es Nunca Más.
Por la Memoria, por la Verdad, por la Justicia.
No olvidamos, no perdonamos. No nos reconciliamos con los genocidas de ayer, ni con los de hoy, ni con los de mañana.
Hacemos nuestra la letra del Himno de los Partisanos: ¡¡Mir Zainen Do!! Vayamos juntos en busca de Nuestra y Vuestra Libertad.

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