06
ENE
2015

La DAIA y Zaffaroni. Artículo Página 12

EL PAIS › OPINION

Por Jorge Elbaum *

La DAIA cuestionó recientemente al ex integrante de la Corte Suprema Raúl Eugenio Zaffaroni por comparar el Holocausto (Shoá) que sufrieron los judíos durante la Segunda Guerra Mundial con el “genocidio por goteo” que sufren los sectores populares en América latina desde hace siglos. La declaración de la organización hebrea, quien se autoinstituye como “representante político de la comunidad judía argentina” –prerrogativa como mínimo inconsulta– calificó de inaceptables las expresiones del jurista, al considerarlas una forma de “banalización” de la Shoá.

La acusación realizada por la DAIA merecería la indiferencia –sobre todo por el nivel de ignorancia que incluye– si no tuviera varias implicancias necesarias de esclarecer: por un lado, el hecho de que Zaffaroni es el más importante académico que ha trabajado aspectos ligados a la discriminación en nuestro país, y quien más ha aportado a la enseñanza y la difusión de la problemática de la Shoá. Sus escritos sobre los campos de exterminio no sólo son leídos en los claustros académicos argentinos y latinoamericanos, sino que han formado a miles de estudiantes de grado y posgrado con contenidos de criminología crítica, ligados a fenómenos de genocidio y crímenes contra la humanidad. Su cátedra de Derecho Penal en la Universidad de Buenos Aires fue el primer lugar en la Argentina donde la temática tuvo un estatus de investigación sistemática y donde sus discípulos edificaron los seminarios donde únicamente se enseña historia de la Shoá.

En segundo término, el cuestionamiento de la DAIA aparece como asombroso cuando el propio Zaffaroni ha sido el prologuista de los anuarios que esa institución ha dedicado a relevar la judeofobia y otras formas de discriminación en la Argentina y ha sido, reiteradamente, orador central de los actos de rememoración del Holocausto por ser uno de los más importantes conocedores del tema. En la declaración del último fin de semana –amplificada morbosamente por el diario Clarín– se consigna: “Las expresiones de Zaffaroni son inaceptables. La Shoá no debe compararse con ninguna otra situación. Hay infinidad de calificativos para graficar situaciones como para usar uno tan caro a la sensibilidad de la comunidad judía toda”. Esta sola apreciación exigiría que los dirigentes de la DAIA realicen un seminario intensivo de capacitación sobre la temática: en su inducción deberían leer como bibliografía obligatoria los textos de quien es el máximo referente actual de la Shoá a nivel mundial, el investigador Yehuda Bauer: “Obviamente, el Holocausto fue un genocidio y, por lo tanto, no sólo puede, sino que debe ser comparado con otros eventos genocidas de similar naturaleza o calidad. El paralelo principal entre éste y otros genocidios es el hecho del asesinato en masa, que es bastante obvio. Otro, principal y paralelo se encuentra en el sufrimiento de las víctimas, que es siempre el mismo. No hay gradaciones de sufrimiento, y no hay mejores asesinatos o torturas o violaciones que otros. El sufrimiento de las víctimas es siempre el mismo, y desde ese punto de vista no hay diferencia entre judíos, polacos, roma (“gitanos”), rusos, darfurianos, tutsis o cualquier otra persona (1).

Mientras Zaffaroni advierte que en América latina la discriminación, el desprecio y la inferiorización siguen generando marginalización –y los medios la amplían al construir “enemigos peligrosos”–, la DAIA mira su desteñido ombligo haciendo oídos sordos a la vulnerabilidad que la discriminación produce. Mientras Zaffaroni nos señala el genocidio neocolonial que se expresa –también– en los 43 normalistas de Ayotzinapa, la “representación política” repudia a quien se alarma por esta sangría. Y al mismo tiempo enmudece frente a quienes se encargan día a día de instalar la idea de que “los pibes pobres son chorros”, cosificando a quienes tienen ya bastante con vivir en condiciones de vulnerabilidad.

El mapa de la discriminación en Argentina, publicado por el Inadi, nos muestra que los grupos más desvalorizados a nivel social son los bolivianos, paraguayos, pueblos originarios, las mujeres y los discapacitados. Quizá sería hora de que la DAIA pusiera atención en esos colectivos que son “los judíos de nuestra época”. La llamada de atención realizada por Zaffaroni debiera ser tomada en cuenta por la DAIA para indagar acerca de la difusión, reproducción, ampliación o indiferencia que producen los megáfonos virtuales en relación con una problemática que produce trescientos femicidios anuales, miles de pibes asesinados por su sola condición de “morochos” –como el caso Arruga– y múltiples formas del sufrimiento social por “portación de cara”, obesidad u orientación sexual no hegemónica.

Además de la ignorancia evidenciada por las declaraciones de la institución de la calle Pasteur, es indudable la presencia de una raigambre ideológica: la DAIA viene –velozmente, en caída casi libre– transformándose en vocera de los sectores opositores al gobierno nacional. Abandona, de esta manera, la misión por la que fue fundada en 1935, cuando el rol central estaba constituido en “la lucha contra el fascismo, la judeofobia y toda forma de discriminación”. Las declaraciones de sus actuales dirigentes debieran estar orientadas a condenar al racismo que todavía sufren los colectivos marginados, repudiar el desprecio que sufren los bolivianos cuando son considerados “bolitas” o enfrentar la habitual asociación entre musulmanes y terrorismo, con la que se humilla a mil trescientos millones de islámicos en los canales de TV, el cine o los juegos de PlayStation.

La tergiversación de la misión original de la DAIA es lo que le permite al vicepresidente de la DAIA, Waldo Wolf, solicitar que Zaffaroni “recapacite y exprese a la brevedad la correspondiente retractación a estas desafortunadas e inoportunas declaraciones”. Quizá, frente al desaguisado –que mixtura ignorancia y embanderamiento opositor–, podrían invitar a Raúl Eugenio Zaffaroni para que ofreciera una conferencia acerca de qué es, qué fue la Shoá y cuáles son sus correlatos y herencias contemporáneas. En esa oportunidad tendrían la gran posibilidad de aprender algo acerca de la lógica de los campos de exterminio y –sobre todo– de pedirle disculpas.

* Sociólogo. Ex director ejecutivo de la DAIA.

1. Yehuda Bauer, Holocausto y Genocidio Hoy, Museo del Holocausto, Buenos Aires, 2009, página 20.

06
ENE
2015

Garro con la Peretz

Publicado en el diario El Litoral de hoy, lunes 5 de enero de 2015 (pg5)

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REUNIÓN

Garro con la Peretz

El debate desatado tras la designación del comisario inspector Juan Pablo Garro al frente de la Unidad Regional I de Policía, que había sido denunciado en 2006 por discriminación y antisemitismo, buscó ser zanjado esta mañana con un encuentro con autoridades de la Asociación Israelita I.L. Peretz.

La reunión se desarrolló a partir de las 11, en dependencias de la URI, con la participación de Garro, el subjefe Adrián Rodríguez, el jefe del nodo 3, Héctor Romang, y el capellán policial, Marcelo Frank, mientras que la delegación de la organización judía estuvo encabezada por Daniel Silber.

En esa condición, Silber -uno de quienes cuestionó públicamente el nombramiento y requirió explicaciones- reiteró los motivos de su inquietud, basados en las imputaciones de maltrato y expresiones denigrantes a subalternos, y manifestaciones y exhibición de imágenes vinculadas con el nazismo. En ese contexto, se mostró agradecido por la convocatoria a discutir el punto, y sorprendido por la disposición al respecto mostrada por las autoridades policiales.

Garro, por su parte, insistió en la falsedad de las acusaciones y en el hecho de que fueron desestimadas por la Justicia, y le aseguró no tener ningún tipo de ideología nazi o antisemita, sino todo lo contrario. Razón por la cual se sintió obligado a explicar la situación, a la vez que descalificó las denuncias en su contra, que consideró propias de las que sufren en muchos casos los jefes cuando intentan imponer la disciplina.

05
ENE
2015

Comisario investigado por ser nazi. Artículo Página 12

SANTA FE › LA COMUNIDAD JUDIA DE SANTA FE RECHAZO LA DESIGNACION DE GARRO.

Comisario investigado por ser nazi

Es el flamante jefe de la Unidad Regional I de Santa Fe y fue ratificado en su cargo dos veces en las últimas 48 horas. Pero ya el escándalo en torno de las denuncias en su contra por discriminación, malos tratos y la tenencia de símbolos nazis en su oficina, parece imparable.

Desde Santa Fe

La comunidad judía de Santa Fe rechazó ayer la designación del nuevo jefe de la Unidad Regional I, Juan Pablo Garro que asumió el miércoles, pero el secretario de Seguridad Pública de la provincia, Gerardo Chaumont, lo volvió a confirmar en el cargo por segunda vez en 48 horas. El entredicho es por el pasado de Garro, quien en 2006 fue denunciado por supuestas actitudes «discriminatorias» y «antisemitas» y hasta le encontraron un cuadro con símbolos nazis en su despacho, pero la causa judicial tuvo un trámite express y se archivó a los pocos meses. «Es un caso cerrado», sentenció Chaumont. Y reiteró en defensa de Garro que «no vamos a iniciar una caza de brujas». Desde la Asociación Israelita I. L. Peretz, le contestaron que no se trata de eso, sino de «designar funcionarios probos y democráticos» y pidieron al ministro del ramo, Raúl Lamberto y a su colega de Gobierno, Rubén Galassi, una audiencia para plantear su «preocupación» por la trayectoria de Garro, quien el 23 de diciembre «un semana antes de convertirse en jefe de la URI fue ascendido por el gobernador Antonio Bonfatti al segundo grado del escalafón, director de Policía, por el decreto 4887.

Chaumont ya había respaldado a Garro apenas éste asumió su cargo. «Si no está imputado o condenado puede estar en la fuerza», lo justificó. Y lo mismo hicieron otros dos funcionarios del gobierno: el abogado Miguel Picca (ex jefe de gabinete de Lamberto y hoy su delegado personal en el Nodo 3) y el director de Asuntos Internos, Julián Aranda, al coincidir que la investigación a Garro no prosperó y terminó en el archivo, a los cinco meses.

Ayer, ante la «preocupación» que provocó en la comunidad judía el nombramiento de Garro, Chaumont lo volvió a confirmar por segunda vez en 48 horas. «No hay nada contra él», dijo. «En principio, este hecho habría ocurrido en 2006 y digo habría porque las actuaciones fueron archivadas sin más. Y desde 2006 hasta 2015, este funcionario no estuvo en su casa, sino que prestó servicios y a entera satisfacción de todos sus superiores». Por lo tanto, «este es un tema que debería darse por superado, salvo que surgieran nuevos indicios, pruebas o actitudes de aquí en más, que hagan presuponer que no sea del todo idóneo para el cargo o que no se ajuste a las normas éticas que exigimos».

Entonces, ¿el caso Garro está cerrado y en la justicia no hay nada» «le planteó un colega de LT10.

Exactamente. A nuestro entender, no hay nada. Si alguien tuviese algo, se agradecería que lo presente. Y así como no vamos a aceptar a ningún policía fuera de la norma, tampoco vamos a iniciar cazas de brujas por hechos que ocurrieron en 2006. Garro ha seguido cubriendo sus servicios de manera altamente aceptable. Fue jefe de unidades regionales y nadie dijo absolutamente nada en su contra «cerró Chaumont.

El presidente de la Asociación Israelita I.L Peretz, Jaime Kessler y uno de sus directivos, Daniel Silber, rechazaron la pretendida ironía de Chaumont sobre la «caza de brujas». «La obligación del gobierno no sólo es nombrar a un funcionario, sino que ese funcionario sea probo y democrático», dijo Kessler. Mientras que Silver planteó que «el gobierno debería ser más cuidadoso con las designaciones, a partir de que ya hubo experiencias nefastas. Y no hablo sólo del ex jefe de Policía (de la provincia, Hugo) Tognoli, sino también de otro jefe de la Unidad Regional II que era muy cuestionados por sus antecedentes y sus prácticas. Así que en este caso, ameritaba analizar esos antecedentes (de Garro) y designar a otro funcionario. Y más, cuando se trata de un jefe de Policía que debe tener un foja de servicio que ni siquiera se la pueda mirar de reojo», agregó Silber.

El arquitecto Kessler consideró el ascenso de Garro como «una reiteración de actitudes del gobierno respecto a los nombramientos en la Policía. Ya hemos tenido un jefe de Policía ligado al tráfico de drogas y otras situaciones».

«Si este policía trata a su propio subalterno lo trata de morocho y lo desprecia porque está casado con una judía, ¿qué podemos esperar ante una actitud de un muchacho de origen boliviano o peruano o de origen asiático o porque es gordo, flaco u homosexual? Este tipo de personas no pueden dirigir más la Policía. Ya de por sí, es una fuerza que heredó vicios de la dictadura y hay cosas que no se han corregido, a pesar de todas las sugerencias de los organismos que se preocupan por esto», concluyó Kessler.

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