31
JUL
2018

COMUNICADO DE ICUF ARGENTINA ANTE LA MODIFICACIÓN DE LA LEGISLACIÓN EN ISRAEL QUE BORRA LOS CRITERIOS DE IGUALDAD

La nueva ley aprobada, de manera reciente, por la Knesset señal un nuevo mojón en la construcción de un Estado de apartheid, perpetuando la segregación y la discriminación y santificando su superioridad. Se trata una normativa que borra, de manera eficiente, del vocabulario político y de los criterios fundacionales, el concepto de Igualdad.

El gobierno de Benjamin Netanyahu, de los colonos, de la ortodoxia religiosa, acaba de enviar un claro y dramático mensaje a los ciudadanos árabes israelíes, que representan un 20 por ciento de la población: ¡Ustedes no gozan de los mismos derechos que nosotros!

¿Acaso lo que pretenden estos funcionarios es transformar a Israel –un Estado nacido para la libertad y contra la ignominia—en uno teocrático y excluyente?

Eso no es, justamente, lo que indujo a la ONU, cuando propició la creación de un Estado judío y democrático ni lo que su primer Jefe de Gobierno, David Ben Gurion, expresó el 14 de Mayo de 1948, cuando lo inauguró de manera formal.

Si la disposición, aprobada en primera instancia, obtuviera la confirmación definitiva, constituirá un paso muy grave que conducirá a Israel a un futuro poco menos que impredecible.

El desandar de este derrotero de intolerancia y exclusión solo se puede transformar al reconocer la pluralidad de su población, de su Nación y, de manera consecuente, la de legislar y gobernar en este mismo sentido.

La Federación de Entidades Culturales Judías de Argentina – Idisher Cultur Farband (ICUF Argentina) rechaza de manera contundente esta nueva legislación y propulsa la plena igualdad de todos los ciudadanos, en el respeto del pluralismo étnico, cultural y religioso.

Marcelo Horestein, Presidente

Isaac Rapaport, Secretario General

Buenos Aires, 31 de Julio de 2018

24
JUL
2018

PREOCUPACIÓN, INDIGNACIÓN Y TEMOR POR EL DECRETO QUE VUELVE A PONER EN LAS CALLES A LAS FUERZAS ARMADAS

Preocupación, indignación y temor son los sentimientos que genera el decreto presidencial que vuelve a poner en las calles a las Fuerzas Armadas (FFAA). Nos preocupa porque ese decreto va en contra de una Ley (no derogada por el Congreso) y es de menor cuantía en la jerarquía constitucional, y se pasa por alto la legalidad republicana y la legitimidad jurídica. Es preciso recordar que el Congreso Nacional es la única institución con poder de modificar una Ley, hoy, en la Argentina.

El anuncio del presidente de la Nación, Mauricio Macri, nos produce indignación: es suficiente la cantidad de fuerzas de seguridad (oficiales –policías nacionales, provinciales y municipales– y privadas –agencias de “seguridad” repletas de ex integrantes de las fuerzas de seguridad, ex miembros de las FFAA y ex participantes de los “servicios de inteligencia”) que están operando en la calle, en la represión de movilizaciones populares que reclaman por derechos vulnerados (trabajadores ocupados y desocupados, pueblos originarios) o, incluso, artistas callejeros, vendedores ambulantes, personas que fueron desalojadas, en situación de calle, grupos de jóvenes.

El temor se replica porque consideramos que se trata de un paso más en el armado de un fuerte dispositivo represivo, en prevención de probables conmociones sociales, frente a las políticas antipopulares que se llevan a cabo bajo la anuencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) y los preceptos ideológicos de fines del Siglo XX de que los “nuevos enemigos” de la democracia son el narcotráfico y el terrorismo (ver documentos del Consenso de Washington y Santa Fe I-II-IV).

En ese sentido, consideramos que una vez liberado el monstruo, no se sabe dónde va a parar; como antecedente cercano están las expresiones de militares brasileños que presionan para que Lula –el presunto candidato presidencial con mayor intención de voto en la actualidad– sea proscrito. El alma de la cuestión radica en que se repone el rol policial, represivo e interventor a una institución que debe limitarse a sus funciones específicas: custodiar las fronteras y la integralidad del territorio en caso de agresión por parte de un enemigo exterior.

La experiencia histórica del pueblo argentino –y de otros del mundo como México o Colombia– en relación con las Fuerzas Armadas interviniendo en seguridad interior es, por demás, significativa y dolorosa. No queremos repetir la experiencia. La conocemos de cerca. La Federación de Entidades Culturales Judías de Argentina – Idisher Cultur Farband rechaza esta decisión del presidente pues entiende que la potencia de la democracia reside en la plena vigencia de sus instituciones y no en la fuerza que se pueda esgrimir.

En este mismo sentido invitamos a todos sus asociados, amigos y colaboradores a sumarse a la movilización del próximo Jueves 26 de Julio, a las 17, frente al Ministerio de Defensa (Azopardo 250, Ciudad de Buenos Aires), para que NUNCA MÁS las Fuerzas Armadas sean instrumento de represión.

Marcelo Horestein, Presidente

Isaac Rapaport, Secretario General

19
JUL
2018

VACACIONES DE INVIERNO EN EL IFT: FESTIVAL IMAGINARIO

IMAGINARIOLos ex directores de Pakapaka (la señal infantil pública creada por el Ministerio de Educación de la Nación en 2010), Facundo Agrelo y Marcelo Lirio, pensaron y llevaron adelante el Festival Imaginario que arrancó hoy en el legendario Teatro IFT. ¡Se vienen una super vacaciones con talleres, magia, teatro y música!

Festival Imaginario

16
JUL
2018

ATENTADO A LA AMIA: UN MANDATO ÉTICO INELUDIBLE, EL IMPERATIVO DE RECORDAR, DE LUCHA CONTRA EL OLVIDO

1994 – 18 DE JULIO – 2018

Buenos Aires, 15 de Julio de 2018

“Memoria no es sólo un recuerdo de historias lejanas. Memoria es la capacidad que tenemos los seres humanos para convivir con aquello que, implacablemente, tiende a olvidarse», dijo Daniel Rodríguez, el esposo de Silvana Alguea, una de las víctimas del atentado contra la AMIA, aquel ominoso 18 de Julio de 1994.

Ante nosotros, a 24 años de ese terrible acontecimiento que agredió salvajemente al pueblo argentino, se plantea el desafío de ser consecuentes con las voces que no están, desaparecidas. Aunque parezcan ausentes, siguen resonando, y desde allí no solo denuncian lo sucedido una vez y otra vez y otra vez más, sino que su eco nos señala: su resonar es una advertencia.

Se trata de una captura parcial de una realidad –tal vez– inabarcable en palabras, algo inasible, pero que incorpora un mandato ético ineludible, insoslayable: el imperativo forzoso de recordar, de luchar contra el olvido, de combatir la negación del pasado, la banalización del acontecimiento como si se hubiera convertido en parte del paisaje, recuperar lo que el poeta Paúl Celan –que fue un sobreviviente de los campos de exterminio del nazismo– calificó como «la palabra silenciada».

Nada de silencios. No podemos permitir que el pasado sea marginado, ni siquiera mutilado. Queremos todo el pasado y con él, a sus responsables. No podemos tolerar que los perpetradores del Atentado a la AMIA (¿la siniestra “mano de obra desocupada” post-dictadura?, ¿»grupos de tareas» antisemitas, fascistizantes?), sus ideólogos (¿Irán, Siria?), los encubridores (“Fino” Palacios, el ex juez Galeano, los ex fiscales Mullen y Barbacchia), los encubridores de los encubridores (Beraja, el ex presidente Menem, el ex ministro Corach, el ministro Garavano, diversas conducciones –pasadas y actuales– de DAIA) queden sin castigo.

No podemos condescender en que se produzcan nuevos crímenes y que sus ejecutores se sientan privilegiados por no ser penados. No podemos ceder ante viejos crímenes y que sus autores se pavoneen libres por nuestras calles con artilugios judiciales tales como la edad. No podemos aprobar que las víctimas sean utilizadas, sin disimulos, con groseros fines electoralistas y se reviva constantemente el no accionar de un magistrado oscuro como si su hubiera contribuido a la investigación, cuando lo único que aportó fueron gastos inútiles al erario público y el inmiscuirse en cuestiones nacionales a agencias de “inteligencia” extranjeras.

La memoria que denuncia es una herramienta formidable frente a esa ignominia, frente al racismo, a la discriminación, a la xenofobia, a la violencia estatal, a las nuevas viejas formas de exclusión.

Hagámonos escuchar fortaleciendo la memoria, reclamando la Verdad, exigiendo Justicia. Desde la Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina – Idisher Cultur Farband (ICUF Argentina) decimos:

NO A LA IMPUNIDAD

ESCLARECIMIENTO DEL ATENTADO

APERTURA TOTAL DE LOS ARCHIVOS

CONDENA A SUS RESPONSABLES

JUSTICIA, JUSTICIA PERSEGUIRÁS

Marcelo Horestein, Presidente

Isaac Rapaport, Secretario General

14
JUL
2018

¿QUÉ ME DESPIERTA RUSIA 2018? (continuación), por Isaac Rapaport

(Parte 4)

por Isaac Rapaport

El XX Congreso del PCUS y la noche de los poetas asesinados

ize41956. Dios había muerto pero seguía siendo dios para quienes lo habían venerado.

Ese año se estaba realizando el XX Congreso del PCUS. Por tratarse de un congreso del partido gobernante en el país rector entre aquellos que aspiraban a una transformación de la sociedad, sus conclusiones suscitaban interés no solo entre sus simpatizantes sino en todo el mundo político.

Lo que nadie podía suponer era que el pedestal imaginario que sostenía la imagen de Stalin comenzara a ser cascoteado con informaciones que mostraban al dios inmaculado muy diferente al que todos suponían.

Cundió una mezcla de sorpresa y desazón, y una frase comenzó a ser usada como paradigma de lo negativo, el “culto a la personalidad”. El tiempo aportaría elementos de juicio aún más severos.

Ahora sí, Dios había muerto de verdad.

ESCRITORES

Producida la Revolución en 1917, las principales potencias en las que imperaba el sistema capitalista de producción comprendieron el peligro de contagio que implicaba la instauración de un modelo de país donde los trabajadores habían asumido el poder. Recuérdese la agresión militar inmediata de más de una decena de países al Estado naciente a la que se sumó una pertinaz acción de inteligencia y difamación, factores concurrentes necesarios para horadar la imagen del nuevo régimen ante la opinión pública.

Seguramente, en muchas ocasiones sirvieron de sustento a esas actitudes errores cometidos por quienes dirigían al bisoño Estado, constructores aprendices de un régimen diferente a los ya existentes. Pero más allá de los conocidos enemigos externos, lo que obviamente no se visibilizaba era la acción subterránea de ciertos dirigentes que distorsionaban los principios revolucionarios, produciendo graves deformaciones que condujeron a situaciones muy desgraciadas.

Desde fines de la década del 40 comenzaron a llegar informaciones que hacían referencia a una campaña de cercenamiento de la actividad cultural judía en la URSS. A comienzos de 1953 ya se comentaba concretamente que figuras relevantes de la literatura judeosoviética hacía tiempo no habían sido vistos públicamente.

En la Argentina el episodio tuvo su repercusión. Los dirigentes de la DAIA –que en esa época albergaba a un cierto número de entidades de la Federación de Entidades Culturales Judías (ICUF)– exigieron a todas sus instituciones adheridas la firma de un documento de repudio a la actitud de las autoridades soviéticas.

Los representantes de ICUF sostenían que carecían de información fehaciente que confirmara la sospecha, por lo cual se negaron a hacerlo. El castigo fue su ilegal expulsión de la DAIA. Pero no sólo eso. En consonancia con la decisión de la DAIA, el Vaad Hajinuj (Consejo Escolar de la AMIA) dejó de aportar a las escuelas del ICUF el subsidio que regularmente entregaba a todas las escuelas judías.

Es importante tener en cuenta que los ingresos de la AMIA se conformaban, entre otros recursos, con los aportes mensuales de todos sus socios entre los cuales había gran cantidad que pertenecían al sector progresista. Una verdadera estafa.

Pocos años después, el ya citado XX Congreso del PCUS confirmó lo que se presumía: varios de los más famosos escritores judeosoviéticos, entre los que se contaban David Bergelson y Peretz Markish, habían sido ejecutados en 1952 bajo falsas acusaciones que, en verdad, eran ni más ni menos que manifestaciones de cruel antisemitismo. Las nuevas autoridades soviéticas procedieron a la rehabilitaron póstuma de la memoria de los escritores fusilados.

(Parte 5)

SPUTNIK, LAIKA, GAGARIN, TERESHKOVA

ize5En 1957, la Unión Soviética lanzó al espacio el primer satélite artificial denominado Sputnik, un acontecimiento que, además de su gigantesco valor como avance científico y tecnológico, provocó una enorme conmoción política en el mundo entero debido a que el país socialista, a tan solo doce años de haber terminado la guerra que le significó incomparable cantidad de destrucción y muerte, hubiera logrado tamaña conquista anticipándose a los Estados Unidos, nación conceptuada en ese terreno como la más avanzada del orbe.

A tal punto alcanzó el estremecimiento provocado por el suceso que unas semanas más tarde La Nación publicó en su sección cultural –que en ese entonces aparecía los domingos– un artículo del ilustre filósofo y educador español Francisco Ayala, fallecido hace pocos años, según el cual en el estado de Florida, se contemplaba la posibilidad de comenzar a implementar el estudio del idioma ruso en las escuelas secundarias.

Se consideraba importante tal medida ante la perspectiva de que los progresos soviéticos en la materia hicieran necesario que los futuros estudiantes universitarios se hallaran en condiciones de leer la literatura científica soviética en su idioma original.

En el mismo terreno, la URSS siguió brindando oportunidades de asombro en varias ocasiones consecutivas. A pocos meses del lanzamiento del Sputnik, viajó al espacio la perrita Laika, y en 1961, por primera vez, recorrió la órbita terrestre un satélite transportando a un ser humano, el inolvidable Yuri Gagarin y dos años después, la aún viviente Valentina Tereshkova se constituyó en la primera mujer cosmonauta.

MISILES EN CUBA

En 1962, la Cuba revolucionaria había pasado a ser una piedra en el zapato de los Estados Unidos, que no podían admitir la presencia de un país socialista en el continente americano. Ya había intentado una intervención militar un año atrás, instruyendo y proveyendo material bélico a los emigrados cubanos en Miami que invadieron infructuosamente Playa Girón en la Bahía de los Cochinos sufriendo una grave derrota.

Los procedimientos para provocar la caída del régimen eran múltiples, entre los que sobresalían en lugar prominente los atentados a su líder Fidel Castro (fueron más de 600 en el curso de su vida).

En octubre de 1962, aviones estadounidenses detectaron desde el aire la presencia de misiles soviéticos en la isla. El gobierno del presidente Kennedy puso el grito en el cielo acusando a los cubanos de amenazar su territorio y exigiendo su desmantelamiento.

Cuba se negó a hacerlo sosteniendo que se trataba de un recurso de defensa tendiente a disuadir a las autoridades yanquis de una nueva invasión a la isla. La situación se tensó y el mundo estuvo a un paso de la guerra.

En tal circunstancia, el líder soviético Nikita Jruschov propuso a Kennedy el retiro de los misiles a cambio de la promesa pública de no invadir jamás a Cuba y, además, retirar las bases militares americanas situadas en territorio turco, lindantes con la frontera soviética. El presidente americano aceptó la propuestay el mundo respiró con mayor tranquilidad. Dentro de pocos meses la revolución cubana cumplirá 60 años y su territorio nunca fue invadido.

(parte 6)

GORBACHOV

ize6En 1985, quien era en ese momento el miembro más joven del Comité Central del PCUS, Mijail Gorbachov, asumió la conducción del país. Había leído algunas de sus declaraciones en las que el autor utilizaba reiteradamente las palabras perestroika (reestructuración) y glasnost (transparencia). Me enteré de su designación con agrado. Tenía la sensación de la llegada de una corriente de aire fresco. ¿Sería así?

Desde joven, me aquejaba una enfermedad que compartía con varios millones de personas en el mundo. No sabría como denominarla. Era algo así como “la religión del ateo” que consistía en que yo, ateo, aceptaba, como si fuera un dogma, cualquier noticia proveniente de la URSS.

Afortunadamente se trataba de una afección que, pese a su intensidad, admitía la posibilidad de desaparecer. Eso sí, requería tiempo y paciencia.

Efectivamente, la recuperación de la salud mental se inició a partir de la recepción de las noticias referidas al “culto a la personalidad”. Sin embargo, desprenderme del total de las telarañas que me aprisionaban no fue fácil. A pesar del resquebrajamiento inicial del dogma en 1956, durante los años siguientes hasta llegar a 1985 la información proveniente de la URSS y algunas de las decisiones que su gobierno tomaba y no me conformaban, me permitían suponer la existencia de dificultades importantes a las cuales, aunque no con el dogmatismo anterior, igualmente recibía con excesiva benevolencia.

De ahí que las expresiones de Gorbachov me resultaran promisorias.

El cúmulo y la vertiginosidad con que se sucedieron las novedades en los países de Europa Oriental y particularmente en la URSS desde 1985 hasta diciembre de 1991 fueron convirtiendo paulatinamente la esperanza en desolación. A esa altura ya resultaba totalmente evidente que el país de las enormes proezas había sufrido un importante grado de descomposición social que demandaba significativas reformas. ¡Pero nunca su desaparición!

FINAL

Se iniciaba una nueva mirada del mundo. Nunca había conocido otra Rusia que aquella que se denominaba Unión Soviética, ni en los mapas, ni en los noticiosos, ni en los diarios. Y todo lo que se vinculara con ella (incluyendo las exageraciones, que fueron muchas) era para mí un faro luminoso: “Banderas sobre las torres” de Makarenko, el Ejército Rojo, el Sputnik, Moscú, Sergio Eisenstein, Lev Yashin, Gagarin. “El Acorazado Potemkin”, el violinista David Oistraj tocando en el Anfiteatro del Parque Centenario, la Exposición Industrial Soviética en La Rural.

El dolor por la caída fue tremendo, como sin duda lo fue la alegría del enemigo. Uno de los ideólogos del capitalismo, el norteamericano Francis Fukuyama llegó a escribir que nos hallábamos ante El fin de la Historia, entendiéndose por ello que ya no habría posibilidad de un régimen superior al capitalista.

Obviamente, no osaría discutir con Fukuyama, pero ni en el peor momento de congoja provocada por el derrumbe, una idea de esa naturaleza cruzó por mi cabeza. Siempre pensé -­y sigo pensando– que mientras hubiese opresores y oprimidos habría lucha y que esa lucha creará las condiciones para crear un régimen social más justo.

Tras la desintegración de los regímenes del llamado socialismo real se conocieron innumerables episodios que evidenciaron en esos países una verdadera distorsión de los objetivos de su fundación.

Antes y después de su desaparición me tocó recibir críticas respecto a mi condición de militante que simpatizaba con tales sistemas políticos. Debo haber ensayado diferentes respuestas. Seguramente algunas habrán sido correctas y otras no. La mejor, la más simple y honrada hubiese sido utilizar los conceptos expresados por Eric Hobsbawm. Según el reportaje aparecido en un ejemplar de la revista Ñ, publicado en noviembre de 2008, el notable historiador británico, ante críticas similares respondía ¿me hice yo comunista para cometer tropelías y abusar del poder o milité para luchar por la libertad y la justicia?

04
JUL
2018

¿Qué me despierta Rusia 2018?, por Isaac Rapaport. Texto completo.

PRIMERA PARTE

INVIERNO DEL 41

Nazis en MoscúEl 22 de junio de 1941 era domingo. Por ende, ese día no había clase y aprovechaba para meterme en la cama de mis viejos junto a ellos. Yo tenía 9 años. Nuestra vivienda era una única habitación de una casa tipo “chorizo” que daba a la calle, en Sarmiento 3038. La radio estaba encendida pero no despertaba mi interés hasta que en un momento oí que el locutor exclamó: “Stalin lanzó una proclama”. Si bien estaba al tanto de la guerra que se estaba librando desde dos años antes, ignoraba la posibilidad de una invasión alemana a la URSS.

A partir de entonces comencé a prestar mucha atención a los informativos radiales. Las noticias del frente de guerra, en esos primeros meses de la agresión nazi, eran desoladoras. El avance de las tropas alemanas en territorio ruso era fulminante: en poco tiempo llegaron a ubicarse a 24 kilómetros de Moscú. En esas circunstancias, el gobierno soviético, ante el peligro inminente, trasladó la capital a Kuibishev, una ciudad más alejada de la zona de fuego y, además, reemplazó en el mando de las tropas al comandante soviético mariscal Simeon Timoshenko por el mariscal Gregory Zhukov.

Moscú no cayó en poder de los nazis.

LOS JUDÍOS SE MOVILIZAN

En todo el orbe, en la Argentina y en el judaísmo mundial la agresión alemana a la URSS provocó conmoción. En grado máximo, eran los judíos quienes tenían mayor conciencia de lo que significaría para ellos un triunfo alemán. El mundo temblaba.

En nuestro país se constituyó el Comité Israelita de solidaridad con los aliados que, en realidad, era ayuda a la URSS. Su presidente fue el doctor Sansón Drucaroff. En la capital, se crearon comités barriales cada uno de los cuales tenía como adjunta una comisión femenina. Periódicamente se llevaba a cabo una reunión plenaria capitalina con representantes de los comités barriales.

En una de ellas, un domingo de octubre o noviembre de ese año, participó mi papá. A la tarde nos llegó la noticia que la policía del gobierno de Castillo había detenido a todos los presentes en la reunión. A la mañana siguiente fui al colegio, que llevaba el nombre de Carlos Tejedor, situado a cinco cuadras de mi casa, en Sarmiento 2573. (El edificio aún existe). En la cartera donde transportaba los cuadernos y útiles escolares llevaba, además, un paquete que me dio mi mamá.

A la salida, tomé un colectivo que me transportó al viejo edificio de la Comisaría 9, situada en la calle Díaz Vélez, cercana al Hospital Durand. El vigilante que estaba en la puerta me acompañó cordialmente hasta donde se hallaban los detenidos y allí le entregué a mi papá el paquete en cuyo interior había alimentos. Esa tarde todos fueron liberados.

GUANTES

La guerra desatada por el gobierno nacionalsocialista germano no se libraba sólo en los campos de batalla. Las arbitrariedades cometidas por sus autoridades permitían presumir con mucho fundamento que un eventual triunfo de sus tropas significaría la persecución y muerte para millones de civiles, en particular para los judíos, cuyo exterminio se fijaron públicamente como meta. El ataque a la Unión Soviética y el éxito inicial de las tropas nazis provocaron gran angustia y acrecentaron los temores. Una de las formas de ayuda que el Comité Israelita mencionado ideó fue la creación de un taller para confección masiva de guantes de abrigo para ser enviados a los soldados soviéticos.

Es sabido que el invierno en territorio ruso es severísimo. Napoleón Bonaparte no pudo con él. Y a Hitler no le fue mejor.

El taller se constituyó en mi domicilio. El viejo caserón había quedado casi vacío porque la intención de sus dueños era demolerlo. En consecuencia, el encargado y los inquilinos se fueron mudando uno a uno y, en un momento, quedamos como únicos moradores. El taller desarrollaba su actividad utilizando varias de las habitaciones que habían quedado desocupadas. Afortunadamente, los propietarios parecían no tener apuro para el desalojo total.

Aún hoy me impresiona pensar en la inconsciencia de mis viejos (¿sería así?) en facilitar la casa para esos menesteres. El taller, desde luego, no desarrollaba una labor delictiva pero todos los días concurría mucha gente para la realización de la tarea prevista. Por lo tanto, estaba expuesto a que se conociera su actividad. Obviamente, no se había solicitado ninguna autorización a los dueños.

No sólo eso. Ignoro cuáles eran los requisitos municipales de la época que reglaban la existencia de talleres industriales pero, cualesquiera que fueran, ninguno de ellos se estaba cumpliendo. Y además, aunque la tarea de confeccionar guantes no era ilegal, los destinatarios de la producción, sin duda no eran de la simpatía de las autoridades nacionales. Con el riesgo que implica la presencia de tantos factores adversos, el tema de la ausencia de medidas de precaución política resulta sorprendente.

Infiero que los métodos de represión y de inteligencia de los organismos de seguridad a comienzos de los años cuarenta no debían ser tan refinados como los utilizados con posterioridad y que, en consecuencia, los resguardos que se tomaban ante los mismos eran más laxos. A esa conclusión arribo cuando asocio lo relatado con otros episodios.

En esa época, el portón de entrada a mi casa permanecía abierto –o cerrado, sin llave– durante todo el día, como en la mayoría de las casas. Entraba y salía quien deseara hacerlo, moradores, proveedores o visitantes. No tiene porqué llamar la atención: era lo habitual.

En varias ocasiones, entró al caserón y llegó hasta la puerta de nuestra habitación un señor al que conocíamos, saludaba, mi mamá lo hacía pasar a la pieza y, mientras tanto, ella continuaba sus labores en la cocina y yo jugaba en el patio. De vez en cuando yo ingresaba a la habitación y observaba que el visitante había extendido sobre la mesa unos papeles y escribía. Transcurrido un buen rato, recogía sus cosas y se marchaba.

Esta escena se repitió muchas veces a tal punto que el rostro del hombre ya me resultaba muy familiar. Al tiempo dejó de venir. Tres o cuatro años más tarde lo encontré en un colectivo de la línea 110. Me miró fijamente. Era evidente que me había reconocido por lo cual me sorprendió que no me saludara. Me extrañó, sí, pero no del todo. Supongo, sólo supongo, que no debía sentirse cómodo al verme.

Mientras se produjo su ausencia había oído, en una conversación de adultos, que debido a cuestiones políticas había sido detenido por la policía y probablemente torturado para extraerle información, motivo por el cual, se decía, había tenido un acto de debilidad. Sin pretender juzgarlo, sólo deseo señalar que por una conducta de tal naturaleza no se recibían aplausos entre sus relaciones. Desde aquel incidente, según me enteré, no frecuentó más los ambientes habituales. Muchos años más tarde llegó a adquirir prestigio –era médico– en el ejercicio de su especialidad. Era el doctor M. Falleció no hace muchos años.

Una tarde, sonó el timbre de la calle. Me acerqué a abrir la puerta y observar quién era. Ante mis ojos se hallaba una señora mayor que me saludó respetuosamente y se presentó: “Soy Sara Kordon”, me dijo, y preguntó si estaban “los compañeros” del taller. Fue la primera ocasión en la que escuché el vocablo “compañero” en el sentido con que se lo cita en los partidos políticos populares. Veintisiete años más tarde volví a encontrar a la mujer. Resultó ser la madre del recordado Jaime Kordon, compañero de actividades en el ICUF.

El Comité organizaba, asimismo, otras formas de actividad con la misma finalidad, por ejemplo, picnics y kermeses. En las semanas previas a los mismos se efectuaban colectas y recolección de objetos que luego, en el transcurso de esos eventos, eran rematados al mejor postor. Con los fondos obtenidos se adquirían los insumos para la confección de los guantes.

En una de esas colectas apareció un juego, el Meccano, cuya posesión era para mí una gran ilusión. Su valor material no era inalcanzable, pero tampoco de los más baratos. Durante el remate mi mamá hizo una oferta y otras señoras hicieron lo mismo. Cuando ya creía que pasaría a sus manos –es decir, a las mías– la señora Elke, que pertenecía a una familia de mayores recursos, efectuó una propuesta cuyo monto superaba a las demás.

Fue el fin de un sueño.

El episodio contribuyó a que ya a temprana edad yo pudiera percatarme del significado de las desigualdades entre la gente pudiente y la que no lo era. Nunca tuve un Meccano.

Así, el taller continuó durante unos meses hasta que, con motivo de nuestra mudanza, dejó de funcionar.

SEGUNDA PARTE

SAN PETERSBURGO

HiroshimaHace unos días, la Selección Nacional de Fútbol jugó un dramático partido contra Nigeria con lo cual consiguió el pase a la ronda siguiente.

El partido se llevó adelante en San Petersburgo, antes Leningrado. El periodista de Clarín acreditado para informar sobre el encuentro hizo un interesante comentario sobre el Museo Hermitage, uno de los emblemas de la ciudad. No estaba mal, pero hubiese sido pertinente hacer referencia a un episodio notable.

Aclaremos: la guerra entre Alemania y la URSS se extendió por casi cuatro años, más precisamente 1.224 días, durante los cuales 900 días la ciudad estuvo sitiada, es decir, rodeada por tropas alemanas que, sin embargo, no lograron perforar las defensas soviéticas. Se lo recuerda como el “Sitio de Leningrado”. Dimitri Shostakovich compuso una sinfonía en homenaje a la heroica gesta.

STALINGRADO

En septiembre de 1942 los nazis habían llegado a la ciudad entonces denominada Stalingrado (hoy Volgogrado). Su caída hubiera significado el acceso hitleriano a las zonas petrolíferas del Cáucaso y un desarrollo impredecible para el futuro político y militar.

Las batallas se desarrollaron luchando casa por casa en el interior de la ciudad durante cinco meses. El Ejército Rojo no sólo impidió la caída sino que logró la rendición de todo el alemán, un total de 285 mil efectivos entre soldados, suboficiales, oficiales, incluyendo a su jefe, el mariscal Von Paulus. Algunos comentaristas la consideraron la mayor batalla militar de la historia.

HIROSHIMA

Pero la guerra no había finalizado de manera total. Japón, la tercera pata del Eje Alemania-Italia-Japón, siguió luchando durante unos tres meses más hasta su rendición. Una de las razones de la capitulación nipona fueron las bombas atómicas arrojadas por aviones de los Estados Unidos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. En el momento no alcancé a comprender el verdadero carácter de esa acción. Casi diría que esa capacidad militar ejercía cierta fascinación sobre mucha gente, yo incluido.

A partir de ese episodio, “atómico” y “atómica” dejaron de ser sólo adjetivos: pasaron a ser también sustantivos, para expresar grandiosidad o poderío notables. Fue tal la dimensión que el impacto del lanzamiento produjo en la mayoría de la población. Una torta sofisticada de confitería o una prenda de vestir llamativa recibían tal denominación. Un jugador del club Boca Juniors, Mario Boyé, famoso por la potencia con que pateaba la pelota, fue bautizado de ese modo por la prensa.

No hubo –o yo no presté la atención debida– suficiente información acerca del horror y muerte producido contra cientos de miles de ciudadanos civiles y se ignoraba aún el daño que, por la mutación genética, se produciría en el organismo de los descendientes de los habitantes de las ciudades castigadas. Veinte o treinta años después, según la propia información oficial, seguían muriendo japoneses que sobrevivieron a los bombardeos pero se vieron afectados a distancia, pese al tiempo transcurrido, por las radiaciones atómicas recibidas.

Me pareció verosímil, al principio, la versión norteamericana según la cual, de esa manera se aceleraba el fin de la guerra y, en consecuencia, se evitaba la muerte de muchos soldados. Era la versión oficial que se sigue citando, con la intención de exhibir una apariencia humanitaria.

Unos años más tarde, me enteré de las verdaderas razones de esa decisión. Según documentación que es pública –pero parece no haber interés en difundir– cuando los jefes de gobierno de Gran Bretaña, los Estados Unidos y la URSS, Churchill, Roosevelt y Stalin, respectivamente, se reunieron en 1942 en Teherán (como lo hicieron otras veces durante la guerra) resolvieron que, para aliviar la presión de los ejércitos alemanes sobre las tropas soviéticas en el Este europeo, los dos primeros países se comprometían a abrir un nuevo campo de batalla europeo contra los germanos, lo que se llamó “el segundo frente”, que obligó a los teutones a luchar tanto en el Este como en el Oeste, con su previsible debilitamiento.

Bastante tardíamente el frente se abrió, en efecto, en Francia, con la invasión aliada a Normandía, en junio de 1944, cuando el ejército soviético, en pleno avance hacia el oeste, ya había expulsado a las tropas nazis de su país e, inclusive, había liberado porciones importantes del territorio de países vecinos, igualmente ocupados hasta entonces por los alemanes.

A cambio de esta acción militar, es decir, el segundo frente, la URSS se comprometía a que, a los tres meses de rendirse Alemania, el 8 de mayo de 1945, las tropas soviéticas, en reciprocidad abrirían, a su vez, un segundo frente contra los japoneses, para aliviar la lucha de los Estados Unidos contra Japón –país aliado de los nazis– en Oriente. En los primeros días de agosto, el traslado de tropas rusas desde el oeste europeo ya libre de la guerra hacia las cercanías del Japón, para respetar lo pactado, era un secreto a voces al que los diarios ya hacían referencia.

El 8 de agosto se cumpliría el plazo previsto y la intervención prometida por la URSS auguraba una pronta rendición de un ya vacilante Japón. Sin embargo, el gobierno norteamericano tenía otros planes. La participación militar soviética contra Japón significaría que, terminada la guerra, al momento de discutir el futuro de la zona, Estados Unidos debería admitir la presencia de un socio político y militar. Para acelerar la rendición nipona y evitar la presencia soviética, el gobierno de los Estados Unidos resolvió arrojar su primera bomba atómica el 6 de agosto sobre la ciudad de Hiroshima y, tres días después, otra bomba sobre Nagasaki.

Como es de suponer, el ya exhausto Japón no pudo resistir e inmediatamente pidió el cese del fuego. En efecto, el 14 de agosto, Japón se rindió y, en la ocasión, junto a estudiantes de mi colegio y de otros establecimientos de enseñanza secundaria, nos reunimos a festejar, marchando por Avenida de Mayo hasta llegar al Cabildo.

TERCERA PARTE

TITO

Iggor NetoEn 1948, un episodio político sacudió al mundo. A la finalización de la guerra se había conformado un bloque integrado por la URSS y varios países del este europeo, algunos que habían tenido afinidad con el gobierno alemán y otros que habían sido sojuzgados por el mismo. El territorio de los mismos había sido atravesado por el Ejército Rojo en su marcha de liberación del yugo nazi. Uno de ellos fue la antigua Yugoslavia, hoy desintegrada en seis países. Quien la conducía era Josif Broz, conocido mundialmente como el mariscal Tito, un héroe nacional. Por diferencias con la conducción soviética, dejó de pertenecer al bloque mencionado y fue demonizado por el mismo. Siete años más tarde, muerto Stalin, los adversarios hicieron las paces.

LA MUERTE DE STALIN

El 6 de marzo de 1953 era el décimo día de mi incorporación al servicio militar obligatorio. A las cuatro de la mañana sonó el despertador y a los bostezos me preparé para ir al cuartel. Al bajar del trolebús en Santa Fe y Godoy Cruz, me dispuse a caminar por la avenida la cuadra que me separaba del mismo. Durante ese corto trayecto aprovechaba para leer los titulares de los diarios de la mañana que yacían en el suelo cuidadosamente ordenados por los diarieros.

En aquella época eran pocos los vendedores de diarios que disponían del mueble símil quiosco utilizado en la actualidad, que más que quiosco parece una petit librería. De ahí que los diarios se apoyaban encima del mármol de la ventana de un bar, sobre el escalón de algún negocio cuya anchura brindaba el espacio suficiente o simplemente en el suelo.

Esa madrugada, como todas, sobre el piso se hallaban, en efecto, gran cantidad de periódicos, pero a diferencia de lo habitual, todos ellos coincidían con titulares en letras tipo catástrofe exhibiendo un casi idéntico texto que me provocó estremecimiento: “Agoniza Stalin”.

Vale la pena detenernos un momento para una reflexión:

En 1953 no se habían cumplido aún ocho años desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial. Entre los países vencedores fue la desaparecida Unión Soviética la nación que había soportado el peso mayor, con veinte millones de muertos y la porción europea de su territorio arrasada por los alemanes. Tras el fin de la contienda, su prestigio y crecimiento político fueron enormes en el mundo entero y la ideología que la sustentaba entusiasmó a muchos.

El presidente Perón, anticomunista fervoroso y estadista sagaz procedió rápidamente al reconocimiento diplomático de la URSS tras muchos años de relaciones interrumpidas. Importante cantidad de jóvenes contemplábamos a ese país con admiración y la figura de su líder, cuyo nombre real era Iosef Visarionovich, era paradigmática. La información del derrumbe de su salud no había sido precedida por ningún anuncio previo de enfermedad o accidente por lo que la noticia conmovió aún más.

En el cuartel, en algunos momentos de descanso escuché entre mis compañeros algunos comentarios sobre Stalin, pero todos ellos muy vagos. Sin abrir la boca, yo prestaba atención a las expresiones y gestos de los muchachos pero no alcancé a darme cuenta si el abordaje superficial se debía al escaso conocimiento del tema o a mantenerse en reserva.

Era comprensible. Era peligroso emitir una opinión política, más aún si no era favorable al gobierno. Varios amigos míos, de mi misma edad, comprometidos ideológicamente, estaban a la sazón cumpliendo “la colimba” en lejanos e inhóspitos cuarteles militares, pagando alto precio por pensar diferente al gobernante de turno. Y a uno de ellos, Cacho Guber, esa lejanía cordillerana le costó la vida.

La muerte de Stalin gravitó notablemente en mi estado de ánimo de ese día y los sucesivos. ¿Quién podría creer en aquel momento lo que supimos con posterioridad, que el líder emblemático de millones de personas que deseaban un mundo más justo había sido el responsable de terribles crímenes que sorprendieron a la humanidad?

Fútbol: Argentina-URSS

El ya citado periodista Pablo Calvo menciona en la edición del diario Clarín del 30 de junio, desde Kazan, los honores que la ciudad le ha dedicado a futbolista Igor Netto.

Tuve la suerte de verlo en noviembre de 1961, cuando se jugó por primera vez un partido de fútbol entre los seleccionados de la Argentina y la Unión Soviética. El encuentro se disputó en la cancha de River. Tres años antes la Argentina había intervenido, después de varias décadas sin participar en mundiales, en el torneo realizado en Suecia, con el conocido papelón.

No obstante, un año después había ganado el campeonato sudamericano por lo que seguía siendo considerada como un referente importante en el fútbol mundial. La URSS también figuraba en un alto nivel de competencia futbolística lo cual generaba gran expectativa por el encuentro.

En el momento que los equipos aparecieron sobre la gramilla el apretujamiento había llegado a tal extremo que se asemejaba al estado en que se hallan los pasajeros en un vagón del subte a las seis de la tarde. El equipo soviético estaba capitaneado por su centromedio Igor Netto, gran jugador. Participaba, además, el legendario arquero Lev Yashin, apodado “La Araña negra” por el color de su vestimenta, considerado aún hoy, cincuenta y tantos años más tarde, como el mejor de la historia en su puesto.

Sin embargo, el recuerdo principal quedó para los tres atacantes: el centro delantero Ponedelnik, un profesor universitario, autor de uno de los goles, el puntero derecho Metrevelli, que lo tuvo a mal traer a su marcador, el zaguero izquierdo Vidal, y, fundamentalmente, el increíble puntero izquierdo Meskhi, a quien su marcador, Carmelo Simeone, tío del actual entrenador del Atlético de Madrid, todavía está buscando. No recuerdo haber visto jamás un baile semejante.

Ganó el equipo soviético por 2 a 1.

01
JUL
2018

SANTA FE: EN DEFENSA DEL RESPETO, EL PLURALISMO Y LA CONVIVENCIA

La Asociación Cultural Israelita Argentina “I. L. Peretz” saluda la decisión del Ministerio de Educación de la Provincia de Santa Fe de desplazar a Evelyn Beltrame –la maestra que uniera el Terrorismo de Estado con el genocidio al pueblo judío en una agresión electrónica a la periodista local Salomé Sencar– a tareas administrativas.

Entendemos que este es un primer paso, el que luego se profundizará con la actuación del Tribunal de Disciplina.

La Asociación Cultural Israelita Argentina “I.L.Peretz” no cejará en sus esfuerzos por defender la escuela pública, ámbito privilegiado de respeto y convivencia en el cual se difundan y aprehendan valores como la paz, los derechos humanos, y la diversidad.

Comisión Directiva

Asociación Cultural Israelita Argentina I. L. Peretz de Santa Fe

Santa Fe, 30 de Junio de 2018