El 1º de setiembre de 1939 se inició la IIª Guerra Mundial cuando la Alemania nazi invadió Polonia. A partir de ese momento comenzó una de las peores y más terribles carnicerías humanas de los tiempos modernos.

Millones de personas murieron, no solo soldados en los campos de batalla, sino también –y en una escala mayor– una gran cantidad de civiles, afectados por bombardeos, hambre, enfermedades, encarcelamientos, suplicios, trabajos forzados.

Para la Humanidad es responsabilidad colectiva dar a conocer ese espanto, producto de la contienda más mortífera de la Historia. Nunca más se debe volver a repetir.

Por eso se deben sacar conclusiones de estos terribles hechos y aprender, recordar, rechazar cualquier tipo de negacionismo o minimización, explicando a los jóvenes lo sucedido, manteniendo abiertos los campos de exterminio nazi, recuperando testimonios, exponiendo todo lo maligno y perverso del nazismo y lo que significó ese conflicto.

Un capítulo aparte de esta verdadera tragedia humana fue la catástrofe (Jurbn en idish) padecida por las comunidades judías europeas. Unos seis millones de seres humanos –más de la mitad de las juderías de entonces– fueron exterminados de manera sistemática, científica y brutalmente refinada por el nazismo alemán y sus aliados.

En la actualidad, la cuestión de la guerra y la paz, de la convivencia y el respeto entre los pueblos y los Estados continúa siendo crucial.

En lo que va del siglo XXI hemos presenciado diferentes guerras con la intervención de las potencias, entre países, civiles y terrorismo de Estado en Siria, Afganistán, Cercano Oriente, Irak, Congo, Pakistán-India, África central y occidental, México, Colombia, Timor.

El desarrollo del neoliberalismo conservador posibilitó la potenciación de formaciones neonazis y neofascistas que, detrás de discursos nacionalistas han llegado al gobierno en diversas partes del mundo. Pero detrás de sus discursos “modernizadores” aparecen con nitidez el odio hacia todo aquello que tenga visos de popular, de democrático, de impugnador de los sistemas que rigen las sociedades actuales.

Los peligros de la guerra no se desvanecieron; nos acechan a través nuevos mecanismos de generación: inundación de noticias falsas a través de redes comunicacionales, desestabilización política, lawfare, embargos económicos que provocan miles de muertes por falta de medicinas o alimentos, destrucción de la Naturaleza.

La lucha antiimperialista y contra la cultura de guerra, es la base de nuestro trabajo para construir sociedades pacificas, de convivencia y respeto, solidarias y democráticas. La lucha por las libertades y una democracia avanzada de renovadas características, la igualdad entre las personas, la preservación del ambiente y el antifascismo no son cosas del pasado.

Al cumplirse el 80 aniversario de la II Guerra Mundial, la Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina considera que una de las maneras de rendir homenaje y hacer justicia con las víctimas es la memoria, ese tenue pero potente hilo que nos ata a todos los seres humanos. Recordemos solo dos palabras: «Nunca más».

CONSEJO DIRECTIVO

FEDERACIÓN DE ENTIDADES CULTURALES JUDÍAS DE ARGENTINA – IDISHER CULTUR FARBAND

Buenos Aires, 2 de Septiembre de 2019