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ENE
2022

“El estado de la cultura judía y sus perspectivas”, por Pinie Katz, Buenos Aires, 11 de abril de 1941

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Pinie Katz en el Primer Congreso del ICUF Argentina

Pinie Katz en el Primer Congreso del ICUF Argentina

Estimados delegados:
Hace un cuarto de siglo, cuando sobre el mundo actualmente en guerra), pendía la espada de Damocles y el hacha contra la cultura universal había sido alzada por la mano del verdugo en la mayoría de los países, incluyendo el nuestro; en París, capital de una Francia por entonces libre, el Frente Popular mantenía con todo vigor las tradiciones liberales de la ciudad luz.
Entonces, debido a su prestigio como centro de la cultura y los derechos humanos, allí se reunió el primer Yidisher Kultur Kongres[1].
Acudieron allí representantes de la cultura judía de las masas, la más amenazada, y la que, desprovista de apoyo estatal, es también la primera en ser decapitada e incinerada. Y eso, para el regocijo de la moderna deidad que saborea sangre judía. Es la cultura popular, que siempre sirve como pretexto a los verdugos del mundo, en su intento por degradar a los pueblos.
Por tal razón se convocó a este Congreso, para defender la cultura idishista laica, tal como lo expresara el Manifiesto que allí se difundió: “Defender la cultura ídish de todos sus enemigos; movilizar a la opinión pública mundial y a las fuerzas sociales, judías y no judías, en defensa de esta lengua y cultura, donde sea que fuesen perseguidas o puestas en peligro”[2].
Sin embargo, la cultura ídish no enfrenta solamente a enemigos externos, sino también internos, que no son menos peligrosos. Se trata de aquellos sectores y organizaciones judías que evitan el uso de la lengua de las masas, con la expresa o encubierta intención de excluirlas de la conducción de la vida societaria judía. A tal efecto, esquivan la cultura creada en ídish e, incluso, la combaten. Lo más triste, en este sentido, es que para esta finalidad utilizan el ídish. Pues también de ellos, nuestra cultura debe defenderse.

Imagen de tapa, gentileza de la familia Katz. El retrato-micrografía “Pinie Katz” realizado por Guedale Tenenbaum, fue realizado concretado a partir de fragmentos del discurso que Katz brindara en la inauguración del Primer Congreso del ICUF, el 11 de abril de 1941.

Imagen de tapa, gentileza de la familia Katz. El retrato-micrografía “Pinie Katz” realizado por Guedale Tenenbaum, fue realizado concretado a partir de fragmentos del discurso que Katz brindara en la inauguración del Primer Congreso del ICUF, el 11 de abril de 1941.

Al mismo tiempo, el Congreso de París presentó a los ojos del mundo, un hermoso cuadro de la vida cultural judía y sus creaciones. Un cuadro de dimensión universal, ampliamente expandido. Un cuadro multicolor, brotado del sustancioso entorno del pueblo trabajador, que edificó instituciones con sudor e intelecto, a pesar de sus enemigos externos e internos. Y esto sucedió por doquier, en todos los lugares donde se hallaban trabajadores judíos.
Los logros culturales y la creatividad judía se desplegaron en el Congreso como una expresión poderosa de amor a la vida que exhibe la potencialidad de este pueblo, y así también, el afán por elevar su existencia a un nivel superior, de alcance nacional y humano.
Los frutos de la creación y la esperanza se extrajeron con brío y anhelo, por debajo de las pedregosas vejaciones de la política antisemita polaca y sus colaboradores; los santurrones judíos con sus rabinos anclados en el Medioevo, los ricos asimilacionistas, y los hebraístas serviles, listos para huir de Polonia hacia el Este. Todos ellos, de diferente modo, enemigos de elevar la conciencia cultural y social del pobrerío judío.
La cultura idishista surgió por debajo del terror blanco de la “Guardia de Hierro” rumana[3]. Surgió particularmente en Besarabia y Bukovina, a escondidas del fascismo aliado con Agudat Israel[4] en Letonia y Estonia, y los sionistas-hebraístas seguidores de Tarbut[5] en Lituania. Surgió entre las piedras, en la asimilada judeidad de Europa Occidental; desde Viena y Brno, hasta Cremona en Italia; de Copenhague en Dinamarca, Zurich en Suiza, y Praga en Checoslovaquia, hasta las densas islas culturales judías de Francia, Bélgica, Holanda y el pequeño Luxemburgo. En Inglaterra, comenzó a reverdecer la cultura judía sembrada allí por Aarón Liberman, Mijl Pinchevsky, Filip Krantz, David Edelsztadt y Moris Rozenfeld. Y también en España, donde los jóvenes judíos la desplegaron en el arte y la palabra impresa, mientras luchaban heroicamente contra los enemigos de la República, en los campos de batalla.

Tapa en castellano de la Revista N.° 7 de Literatura y Arte de ICUF Argentina, mayo de 1941, donde figura este discurso, en ídish

Tapa en castellano de la Revista N.° 7 de Literatura y Arte de ICUF Argentina, mayo de 1941, donde figura este discurso, en ídish

En el Congreso de París tampoco faltó Palestina, donde la cultura idishista lleva a cabo una lucha enconada contra el hebraísmo dominante, por defender sus derechos y supervivencia. El continente americano envió al Congreso a los representantes de sus más pujantes instituciones idishistas de norte a sur; desde Canadá, Estados Unidos, Cuba y México hasta Brasil, Argentina y Uruguay. Aquello fue una notable descripción sobre las escuelas laicas con sus maestros, primarias y secundarias. Se habló de las bibliotecas, círculos de lectura, centros culturales, clubes, coros, cuadros filodramáticos y los grandes proyectos en el terreno teatral judío; el PIAT en París, el ARTEF en Nueva York, el IFT en Buenos Aires y el MOBET en Montevideo[6]. Un despliegue de nombres de diarios, revistas y editoriales que, en los mencionados países, agrupan a centenares de periodistas, sociedades de autores y Penclubs. Estos, a su vez, concentran a una pléyade de escritores, poetas, periodistas, ensayistas, científicos, artistas, pintores y escultores judíos.
Todos se inspiran en la atmósfera idishista, por decir así decirlo, con sus temáticas, sus colores, y su fogoso mundo de ideas. Era este el cuadro de una obra creativa de casi ochenta años, de un esclarecido pensamiento popular que se erigió, enriquecido con el trabajo de Méndele (Moijer Sforim), (Itzkoj Leibush) Peretz y Sholem Aleijem. Y cual pulidores de diamantes, miles de infatigables y entusiastas novelistas, ensayistas y poetas, en su mayoría pobres, hijos del pueblo, enriquecieron el ídish. Ellos crecían junto a este idioma y lo amaban. Para nosotros, es la lengua con la cual respiramos de día y soñamos en las noches. Y hace solo tres décadas, en la Conferencia de Chernovitz[7], hemos logrado que los “amos” del judaísmo, reconozcan al ídish como idioma nacional, en igualdad de condiciones que el dominante hebreo.

Portada del libro "Páginas selectas" en el que Mina Fridman Ruetter tradujo al castellano parte de las Obras Completas de Pinie Katz.

Portada del libro «Páginas selectas» en el que Mina Fridman Ruetter tradujo al castellano parte de las Obras Completas de Pinie Katz.

Pese a todo, el cuadro del Congreso de París no estaba completo. Faltaba allí la fecunda cultura judía de la Unión Soviética, con sus miles de escuelas e institutos de enseñanza superior, con sus revistas y editoriales, con sus bibliotecas y teatros, con sus generaciones de grandes escritores judíos. Faltaba porque, por una parte, ya posee condición de cultura estatal y entonces no necesita ser defendida y, por otra, porque su determinada dirección socialista le imposibilitaba someterse a las resoluciones de un Congreso Mundial. Además, no deseaba influir o imponer su orientación, tal vez inadecuada en las condiciones actuales, para buena parte de las organizaciones judías de otros países.
Asimismo, en el Congreso estuvieron ausentes ciertos burócratas judíos, aún aferrados a sus cargos en Polonia y Estados Unidos. Gracias a determinadas circunstancias, ellos conservan el poder sobre la estructura y el presupuesto de varias instituciones, y pretenden monopolizar la cultura idishista. A lo último, en el momento previo a la sesión inaugural, los “burócratas culturales” se retiraron del Congreso, por temor a ser “devorados” durante el mismo. Como se dijo, ellos faltaron, pero la vivaz cultura judía, sin embargo, estuvo presente[8]. Tampoco estuvo representado aquel sector judío que dispara contra sí con sus propias armas. Es decir, los “negadores”, que calumnian y
combaten la cultura de las masas idishistas utilizando como arma la palabra en ídish, pero una palabra profanada, sucia, y embadurnada de oro.

Parte del público en 1941, en el Congreso Fundacional de ICUF Argentina

Parte del público en 1941, en el Congreso Fundacional de ICUF Argentina

El panorama mundial de la cultura idishista descripto no solo entusiasmó, animó y fortaleció la confianza en su futuro, sino que, además, reclamó la existencia de un organismo que actuara en su defensa. Un organismo que la defendiera frente a los peligros externos e internos, y que sirviera también para coordinar su consolidación a través de estímulos, y a partir de iniciativas centralizadas en todos los campos de la multifacética vida cultural.

Delegados en el Primer Congreso Mundial de la Cultura Judía - París - 1937

Delegados en el Primer Congreso Mundial de la Cultura Judía – París – 1937, entre ellos, Pinie Katz

Por esto, el Congreso creó la Federación Cultural Judía Mundial YKUF; planteó la idea de sostener una editorial central, organizó un concurso para estimular a la producción escrita; y realizó conmemoraciones internacionales sobre los intelectuales judíos. Esta dinámica general se mantuvo hasta el inicio de la guerra, momento en el cual, la espada colgante se desprendió sobre el delgado cabello que sostenía la paz en Europa y se produjo la catástrofe, alcanzando a las bases de la cultura idishista ya establecidas.
En este momento se nos presenta un escenario de incertidumbre. Ignoramos el tiempo que durará, ni cuál será su fisonomía, tras el sangriento diluvio que se precipitó sobre los países europeos. Pero nuestra esperanza, nuestro optimismo, nuestra fe en la fuerza de la vida, en el deseo vital de las masas populares idishistas, nos susurran que, por debajo de las cenizas, así como antes había surgido por debajo de la asimilación, reaparecerán las colectividades judías sobrevivientes, y florecerán con sus mejores frutos culturales.

Parte del Presidium de 1941, en la fundación de ICUF Argentina

Parte del Presidium de 1941, en la fundación de ICUF Argentina

En medio del infortunio, hallamos también un consuelo al comprobar la validez de nuestras convicciones; porque gracias a la Unión Soviética una parte de Europa se libró de la destrucción de la guerra y la ocupación alemana. Se salvaron las colectividades judías de Ucrania occidental con Lemberg[9] como su centro; de la Rusia Blanca occidental, con Bialystok; de Bukovina, con nuestro histórico Chernovitz; Besarabia, con Kishinev[10]; Lituania, con la vaciada Vilna; Letonia y Estonia, con sus Riga y Revel[11]. Desde allí nos llegan alborozados saludos de trabajadores e intelectuales que crearon nuevas escuelas y bibliotecas judías, imprimen miles de ejemplares de libros, inauguran teatros y compañías idishistas que recorren las colectividades. Surgen nuevos trabajos de investigación en el IWO de Vilna y a los ya existentes centros en Moscú, Minsk, Kiev y Birobidyán, se agregan otros que enriquecen y consolidan las fuerzas creativas judías en la Unión Soviética.
Sin embargo, ante nuestros ojos, se presenta la horrible situación de la tragedia en Varsovia, Lodz, Lublin, Radom, Chénstojov, y en cientos de pequeñas poblaciones a lo largo de la Polonia ocupada y ultrajada. Se trata de lugares que fueron centros del encumbramiento popular idishista, como el de Varsovia, desde donde supo resplandecer la notable figura de I. L. Peretz hacia el mundo, y que, aún después de su muerte, continúa irradiando su obra hacia Europa y América. Contemplamos con hondo pesar el cataclismo en Polonia, país con una colectividad judía arraigada, densa y numerosa, que consideramos fuente principal de la intelectualidad judía. Las obras de Peretz y Sholem Asch, de los Itzkoj Meyr Weissenberg, los Bursztein, los Moshe Shulsztein y sus pares, son, hasta el día de hoy, parte de nuestro cuerpo judío, lo más enjundioso que se ha moldeado en Polonia. Es entonces, esta catástrofe, como si nos arrancaran trozos de nuestro propio cuerpo.

Traducción al castellano del libro de actas (1937-1940) en el que se planea ICUF Argentina, por el CeDoB Pinie Katz, traducción de Isaac Rapaport

Traducción al castellano del libro de actas (1937-1940) en el que se planea ICUF Argentina, por el CeDoB Pinie Katz, traducción de Isaac Rapaport

La contienda también repercutió con todo su espanto sobre los centros culturales americanos, tanto del norte, como del sur. Esto no solo interrumpió el contacto con el mundo idishista de Polonia, sino también su permanente influencia.
Como colectividades jóvenes, insuficientemente enraizadas, despreocupadas, y malcriadas por la comodidad de poseer el alimento intelectual que trajimos, y luego importamos, desde Europa, aún no logramos plantar las semillas del propio alimento en la nueva tierra, para que brote aquí nuestra propia cultura.
Las mayores obras que los poetas idishistas crearon en Améric[12] no son americanas. Todavía se inspiran en los bosques polacos y las nieves siberianas, o se hallan vinculadas con ideas mesiánicas sobre un trasfondo medieval. “Lo americano” es aún en la literatura y el teatro judío, en buena parte, símbolo de “lo no cultural”, “lo vulgar”, lo que satisface al “conformismo inculto”. La literatura y el arte propiamente americano, autóctono, no se haintegrado en la vida judía con dientes y uñas, como ocurrió en Ucrania y Polonia. Por eso mismo, las obras idishistas no consiguen despertar el interés de la juventud nacida en América, y esto produce la impresión de que esa juventud es un “ente nacional” separado, que no se vincula al pueblo judío.
Hablando crudamente, la cultura judía en América todavía no logró convertirse en una cultura “judeoamericana”, “judeo-argentina”, etc. Y esto debe suceder para que se constituya también en la identidad de nuestra juventud.

La Tribuna icufista, Tiempo de Aportes (2021), refundación de Editorial ICUF por CeDoB PInie Katz en asociación con Astier libros. El presente discurso figura en el libro.

La Tribuna icufista, Tiempo de Aportes (2021), refundación de Editorial ICUF por CeDoB PInie Katz en asociación con Astier libros. El presente discurso figura en el libro.

Como si no fuera suficiente la desdicha para la cultura idishista en general, en los países americanos enfrentamos una lucha fraternal. Una histeria de exterminio y de odio- comparable a la de quienes promueven el odio racial- ha prendido en una parte de la intelectualidad judía que vive en América. Dirigen ese odio hacia las organizaciones del proletariado judío y, para tal fin, se alían con los divulgadores locales de la ignorancia y la vulgaridad. Solo a eso se debe que, antes de iniciar la guerra, esos sectores no asumieran con firme compromiso la campaña contra el nazi-fascismo.
Ciertamente, hasta que no comenzó la agresión (en 1939), ellos no se atrevieron a combatir, porque eso no era “bien visto” por los paladines de la democracia. El odio se trasladó aquí, a la Argentina, pero la diferencia es que aquí, esta lucha fraternal arroja a los intelectuales judíos a los brazos del sionismo burgués y el clericalismo.
¿Qué más?
No quiero indagar más acerca de dónde esto nos conduce, porque creo que la histeria de esas personas es transitoria. Se desmoronan con facilidad, según sus estados de ánimo, y corren rápidamente de un extremo al otro; pueden virar desde el ateísmo más racional hasta las búsquedas místicas del bien.
Hoy, trepados sobre una escoba, saltan por las chimeneas en busca de la revolución universal, pero mañana, le pegan un portazo en la nariz al mundo, corren a los ghettos y se sientan a rezar sus oraciones y expresar su dolor. Yo creo que en la saludable atmósfera de los trabajadores judíos estas personas fluctuantes también pueden sanar y convertirse en seres útiles y, con mayor razón, las instituciones culturales en donde actúan.
Para nosotros resulta evidente que el aislamiento estadounidense y, más aún, el argentino, de la vida cultural idishista, se visualiza en la juventud apartada. Está comprobado que nuestros niños se quedan sin escuelas laicas judías y sin maestros, nuestra literatura se encuentra anquilosada y nuestro teatro judío carece de perspectivas. Notamos también, que nuestras bibliotecas están envejecidas y sufren escasez de libros y editoriales.
IAdeB INVESTIGADORES Y ACTIVISTAS DE LA BIBLIOTECALos compañeros oradores, a continuación, se ocuparán, en sus respectivas disertaciones, de todos estos problemas, señalando los recursos a utilizar y los senderos que debemos transitar.
Solamente quiero dejar una proyección sobre el futuro para que reflexionemos. Esto es, que todo nuestro patrimonio cultural acumulado -como cualquier otro acopio de experiencias históricas- es el producto de la batalla que los trabajadores judíos sostuvieron hasta el presente contra la dominación y la represión de sus derechos para vivir mejor y en libertad. Mientras iluminemos el camino con esta proyección esclarecedora, podremos avanzar, aun cuando, alguna vez, nos detengamos en medio del camino. Auguremos, y hagámoslo con vehemencia, que desaparezcan cuanto antes, las dificultades que se interpusieron en la senda del pueblo trabajador judío.
Por último, el instrumento que nos permitirá expresar este firme anhelo mediante el cual podremos despejar el camino hacia nuestros objetivos será el Idisher Cultur Farband in Argentine (ICUF), que será creado en este encuentro. El ICUF obrará en el espíritu de la Federación Cultural Mundial (YKUF) creada en París y cuya sede central se encuentra actualmente en Nueva York. Actuaremos en consonancia con esa federación, y con las instituciones de los países sudamericanos, cuyos problemas son semejantes a los nuestros, y podremos solucionar en conjunto.
icuf300Las tareas de la Federación Cultural ICUF en Argentina serán:
a) Defender la cultura idishista contra los enemigos internos y externos, movilizando a las fuerzas societarias del país, judías y no judías, en defensa de nuestro idioma y cultura, cuando se encuentren en peligro.
b) Procurar la ampliación, profundización, enriquecimiento y refinamiento de la cultura judía progresista, estimulando su crecimiento continuo en la vía de la democracia y la justicia.
c) Orientar nuestra labor cultural en una creativa senda judeo-argentina.

 

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[1] París, 17 al 21 de septiembre de 1937.

[2] 6 Manifiesto final del Yidisher Kultur Kongres, YKUF.

[3] La Guardia de Hierro (en rumano, Garda de Fier) fue un movimiento rumano de tipo fascista, ultranacionalista, clerical y antisemita, convertido luego en un partido político, que existió desde 1927 hasta 1941.

[4]Organización mundial de los judíos ortodoxos, fundada en 1912 en Kattowitz, Polonia, como reacción al sionismo laico y religioso, y a las tendencias reformistas en el judaísmo.

[5] Organización para el fomento de la cultura y educación hebreas. Nacida en Rusia, después de la revolución, desde 1919 actuó en Polonia, Lituania, Letonia, Besarabia, Estonia, etc, creando escuelas hebreas y sionistas.

[6] PIAT: Parizer Idisher Arbeter Teater; ARTEF: Arbeter Teater Farband; IFT: Idisher Folks Teater; MOBET: Montevideaner Beser Teater.

[7] La Conferencia de Chernovitz (actual Ucrania) para la lengua ídish tuvo lugar entre el 30 de agosto y el 3 de septiembre de 1908. En esta se proclamó al ídish como lengua moderna, con una alta cultura en desarrollo, y como lengua nacional del pueblo judío.

[8] Refiere al conflicto en París con sectores del Bund y otros socialistas críticos de la URSS.

[9] La ciudad de Lemberg (en alemán) es conocida como “Lviv” en inglés, “Lwow” en polaco, o “Lvov” en ruso.

[10] Kishinev (actual Chisináu) es la capital de Moldavia, anteriormente Besarabia.

[11] Refiere a la ciudad de Tallín (en castellano). La denominación oficial germánica de la ciudad hasta principios del siglo XX fue Reval y sus variaciones: Revalia, Revel y Reveln.

[12] Refiere a todo el continente. Poco tiempo después, en junio de 1941, Alemania invadió a la Unión Soviética, quebrando el pacto de no agresión firmado en 1939. Lo que vino después es el capítulo más terrible del siglo XX.