03
OCT
2021

JUICIO DE NUREMBERG

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El 1 de octubre de 1946 el Tribunal de Nuremberg, que juzgó a alemanes nazis por crímenes contra la humanidad, dicta su fallo:12 sentenciados a la horca (Goering, Ribbentrop, Keitel, Streicher, Borman); 3 a prisión perpetua (ej: Rudolph Hess), 4 a larga prisión. Entre 1946-49 se juzga a criminales de menor rango (médicos, abogados, diplomáticos, militares, etc.) acusados por actos de crueldad y planificación y realización de programas de exterminio de judíos.
Los juicios de Núremberg a la camarilla dirigente nazi tienen, aun hoy, gran trascendencia. Ello radica en que fue un proceso judicial que dio pie a un nuevo orden en materia de derecho internacional. Fue un juicio sin precedentes, y no solamente por la cantidad de evidencias consideradas: 2.630 documentos, 270 testigos, testimonios grabados en 27.000 metros de cinta magnética y 7.000 discos de acetato. No; esa fue la primera vez que un tribunal internacional emitía veredictos sobre déspotas criminales acostumbrados a salirse con la suya o a ser ajusticiados en procesos breves.
La élite nazi, los subalternos directos de Adolf Hitler, debieron rendir cuentas por sus alevosías precisamente en Núremberg, sede de los congresos del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP), la ciudad bávara donde éste montaba sus grandes espectáculos propagandísticos. Debieron rendir cuentas no por haber perdido la guerra, sino por haberla comenzado. Si las fuerzas aliadas (URSS, EEUU, G. Bretaña, Francia) no hubieran llegado a un acuerdo fundamental para conseguir que sus sistemas jurídicos armonizaran los unos con los otros, el proceso de Núremberg no habría sido viable. Ya en 1943, en la Conferencia de Teherán, la URSS se había pronunciado a favor de capturar a los 50.000 nazis más importantes, enjuiciarlos y condenarlos.
A pesar de ese memorable juicio –y otros tantos- aún se está en deuda con las víctimas. Debido a que la recopilación, examen y evaluación del material incriminatorio se demoraba, muchos crímenes prescribieron, pero se pudo lograr que, aun muchos años después del final de la guerra, los peores crímenes del nazismo pueden ser todavía perseguidos. Los crímenes de «lesa humanidad» nunca prescriben.
A las víctimas se les debe una demostración de que no se es indiferente ante lo sucedido en el pasado, que no se pone punto final a aquel horror. Importa que los culpables sean castigados, pero importa más que el Estado se interesen por lo que sucedió en el pasado para que NUNCA MAS VUELVA A REPETIRSE