19
ABR
2020

Levantamiento del Ghetto de Varsovia, por Daniel Silber

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ESTOS SON NUESTROS HÉROES

danEn este hecho, la Historia se mete anudando las gargantas y modifica los libros. Ni el poeta mas grande ni el mejor escritor ni el mas avezado periodista podrían producir el texto que esté a la altura de los sucesos, ni hay en el mundo idioma capaz de trasmitir realmente lo que allí sucedió.

En las vísperas de Peisaj de 1943, los nazis intentaron comenzar a liquidar los remanentes humanos del Ghetto de Varsovia. Para aquel 19 de abril habían organizado una gran redada humana y su posterior transporte a los campos de exterminio. Pensaban que iba a ser una especie de desfile. Para ello dispusieron unos 3700 hombres de las tropas SS, el grupo “Reinhart” (orgullo del ejército alemán) y sus colaboraciones letones, lituanos, ucranianos y polacos, además de civiles que se prepararon para observar el macabro espectáculo.

Cuando en la madrugada, esa soldadesca fascista atravesó los portones y se ubicó en el punto de carga cercano al FFCC para comenzar la batida y captura de prisioneros, ocurrió lo inesperado. Desde las alturas, una lluvia de piedras, fuego, bombas y metralla los atacó… y a los hitlerianos no les quedó otra alternativa mas que una vergonzosa retirada. Fue la primera revuelta urbana antinazi en la Europa ocupada.

Y así comenzó el heroico Levantamiento del Ghetto de Varsovia, algo que no fue espontáneo sino larga y pacientemente preparado por la Organización Judía de Combate (OJC). Esta era un frente político – militar (creado a fines de 1942) integrado por la mayoría de los partidos políticos del Ghetto -sionistas, sionistas socialistas, socialistas, comunistas y otros-: Hashomer Hatzair, Bund, Paole Tzion, Paole Tzion de Izquierda, Partido Obrero Polaco (PPR – Comunista), Dror, Avika y otros, con un antecedente significativo: la conformación del Bloque Antifascista, que se disgregó en mayo de 1942, cuando sus dirigentes comunistas fueron encarcelados.

La mayoría de los combatientes de la OJC eran jóvenes muy jóvenes, chicas y muchachos que sabían que no luchaban por su vida –que conocían perdida- ni tampoco por la libertad –inexistente en la nada de la muerte-. Se combatía por la dignidad del género humano, por el respeto a sí mismo. Se combatía por devolver la pureza a conceptos tales como igualdad, libertad, consideración, solidaridad, tan manchados y agraviados.

La lucha en el Ghetto puso en evidencia la cobardía, el desinterés, la blandura de muchos, así como también el antisemitismo, el racismo, la xenofobia implícitas y explícitas. Cada esquina, cada casa, cada ventana combate. Aquí es donde la decencia y el orgullo se yerguen por sobre la monstruosidad y la intrepidez individual se convierten en heroísmo colectivo

Describir lo que sucedió en aquel barrio varsoviano es imposible. Excede cualquier literatura. Fue un escenario donde, como el dios Jano, se mostraron los 2 rostros de la Humanidad: el mas sublime en los combatientes, el mas perverso y horroroso en los nazis.

Mas de 1 mes duró el Levantamiento. Los nazis debieron, en aquello que creían que era una simple operación policial, usar artillería pesada, lanzallamas, gases, tanques, aviones y miles de soldados para terminar con la resistencia del Ghetto. Francia, Dinamarca, Holanda y Bélgica habían resistido pocos días o un par de semanas.

En el Levantamiento intervinieron civiles casi sin armas ni preparación militar, sin comida, medicinas, abrigo, enfermos, acosados por todos lados y en todos los aspectos. Eran carpinteros, albañiles, músicos, docentes, amas de casa, estudiantes, zapateros, modistas, ingenieros. Sin embargo, y a pesar de todas esas carencias, TODOS FUERON HEROES.

Para ellos nuestro honor y reconocimiento, nuestra admiración genuina.

La historiografía tradicional hace hincapié en el destacado papel jugado por Mordejai Anielevich, jefe militar del Levantamiento, dejando de lado –intencionadamente o no- a otras personalidades, que no siendo sionistas también tuvieron un rol muy importante en la organización, los preparativos, el desarrollo y las acciones posteriores al Levantamiento.

Otra parte de la historiografía, la mas peligrosa, intenta borrar la política que produjo tal resistencia heroica. Instituciones oficiales de diversos países (Lituania, Polonia, Hungría, Letonia) dicen honrar a las victimas del genocidio nazi, siempre y cuando no hayan participado en actividades políticas de izquierda o en la militancia antinazi.

Sea como sea, la cuestión es que la izquierda no sionista, marxista, es ignorada o disminuida en su justa dimensión. No fue la única que peleó en el Ghetto, pero tampoco fue un actor de reparto y desarrolló una alternativa: resistir, cimentando la unidad de todos los antinazis y guerrear con las armas.

Contra este ataque a la Historia, la tarea de la izquierda es defender a los combatientes de la OJC en su plena integridad, lejos de la condescendencia del patrocinio oficial o las oscuras posibilidades de demonización, sea del Estado, la academia o la propaganda. Solo podemos hacer esto reafirmando lo que eran esas personas: jóvenes militantes, comprometidos con ideales de izquierda en su diversidad, llenos de entusiasmo y valentía por un mundo mejor, que son empujados al olvido y muchas veces negados por la dirigencia comunitaria.

Eran judíos por nacimiento y pertenencia comunitaria, que miraron mas allá de los limites de la colectividad porque se involucraron en la lucha como internacionalistas, en la lucha mundial contra el fascismo y el capitalismo. Aunque tan debilitados como estaban, su actitud fue no someterse a la muerte, sino rebelarse resistiendo frente a posibilidades imposibles. Ese imperativo moral sirvió de inspiración al maquis francés, a los republicanos españoles encarcelados, a los partisanos yugoslavos e italianos e incluso a quienes estaban confinados en los campos de concentración.

Seguramente todos los muchachos y chicas de origen judío que fueron desaparecidos por el terrorismo de estado de la última dictadura cívico-militar argentina habrán sentido que en sus pechos ardía la llama de los combatientes y que su conciencia los empujaba a comprometerse con el cuerpo en pos de una sociedad justa, libre, equitativa y democrática. Y ese legado lo recogió Marshall Meyer cuando propuso que el documento que patentizaba el horror local llevara cono nombre la consigna que lanzaran aquellos luchadores del Ghetto:¡¡NUNCA MAS!!

Cuando en este presente nos atacan ansiedad y angustia por el futuro, miramos el espejo de aquel pasado y decimos: vamos a poder superar la coyuntura porque si entre aquellos paredones y alambradas, en aquel hacinamiento pudieron nacer esas flores tan hermosas de la rebelión, ¿cómo no lo podremos hacer nosotros, que estamos en condiciones mucho mucho mejores?

Estos son nuestros héroes. Ni mártires ni íconos de cartón o mármol. Eran personas de carne, sangre y huesos; tenían historia, pasiones, amores. Eran gente común y corriente. No lo iluminó ningún rayo divino. Solamente respondieron a su responsabilidad de ser seres humanos y no bestias.

En nuestros tiempos de criminales guerras e intervenciones del imperialismo, de resurgimiento de neofascismos de variados colores y tipos, de autoritarismos enmascarados en democracias, rendimos tributo a los combatientes del Levantamiento del Ghetto de Varsovia, hoy patrimonio de toda la Humanidad que construye dignidad e igualdad.

NO OLVIDAMOS, NO PERDONAMOS PORQUE SEGUIMOS LUCHANDO POR NUESTRA Y VUESTRA LIBERTAD, tal como ellos nos enseñaron.

Estos son nuestros héroes.

 

Prof. Daniel Silber