20
OCT
2021

Relato a tres voces, para Isaac Haimovichi, por Laura, Marcela e Irene, sus hijas

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La llegada de “Haimo” a la vida comunitaria del Teatro IFT, por Laura, la hija más grande

Laura Haimovichi

Laura Haimovichi

Imagen que formó parte del Portfolio actoral de Isaac Haimovichi (principios de los 70).

Imagen que formó parte del Portfolio actoral de Isaac Haimovichi (principios de los 70).

Papá siempre hizo lo que quiso. Actuó y recibió varios reconocimientos[1]. Partió feliz, aunque su cuerpo ya era pura falla durante el último tramo.

Para Isaac Haimovichi (1928-2015, Buenos Aires, Argentina), hijo de Rebeca Pucman, una rusa comunista, exiliada en el tiempo de los zares, y de Mauricio “Moishe” Haimovichi, un sastre rumano y anarquista que nos enseñó que las bolas de fraile y los vigilantes deliciosos de las panaderías habían sido creados por sus camaradas libertarios, la relación con el ICUF comenzó a fines de los años cincuenta, en el Teatro IFT.

Fue Manolo Iedvabni —destacado dirigente, dramaturgo y director en el Teatro IFT, entre otros— quien lo había elegido luego de verlo trabajar en Nuevo Teatro con Héctor Alterio, Alejandra Boero, Pedro Asquini, Augusto Fernández, Carlos Gandolfo y Agustín Alezzo (este último lo dirigió en Las brujas de Salem, en Mar del Plata.

Esquirlas. Obra de Mario Diament. Se representó en el Teatro del Pueblo. Aquí en una escena con Alejandra Darín.

Esquirlas. Obra de Mario Diament. Se representó en el Teatro del Pueblo. Aquí en una escena con Alejandra Darín.

De hecho, fueron nuestras primeras vacaciones familiares en la playa: papá iba, al caer el sol, al Teatro Auditorium a laburar).

En el pasillo que iba de los camarones al escenario, Haimo caracterizado como el pirata Barbarroja para la obra para niñes, Érase un viejo pirata. Fines de los años 60/comienzos de los 70, en el Teatro IFT.

En el pasillo que iba de los camarines al escenario, Haimo caracterizado como el pirata Barbarroja para la obra para niñes, Érase un viejo pirata. Fines de los años 60/comienzos de los 70, en el Teatro IFT.

Un día, caminando por las veredas de La Paternal, Manolo vio a papá detrás de una ventana mientras cortaba unas prendas en una sastrería: ¿No tenés ganas de venirte al IFT?, le preguntó.

Manolo trabajaba en la escuela del teatro de la calle Boulogne Sur Mer, una de las más importantes de entonces, con docentes muy prestigiosos. Isaac se entusiasmó, entró al elenco y se quedó unos cuantos años.

En palabras de mi hermana Irene,

El IFT [fue] su primer encuentro con el ICUF, institución de la que se sintió parte apenas pisó las baldosas del hall de ese bello teatro enclavado en el corazón del barrio de Once. Allí el teatro y allí el amor. Allí la militancia en el arte, la identidad que mezclaba la raíz judía con la comunista y, amalgamándolo todo, el sentimiento de pertenencia a esta Patria argenta.

Con el elenco de El diario de Ana Frank, dirigidos por Oscar Fessler, en la redacción de un diario de la ciudad de Córdoba. El de la sonrisa es Isaac, entre las mujeres están Sara Aijemboim (madre de Raymundo Gleyzer) y Elita Aizemberg. Uno de los actores (alto y muy joven) es Néstor Francisco. Año 1958. Llevaron la obra a distintas provincias argentinas.

Con el elenco de El diario de Ana Frank, dirigidos por Oscar Fessler, en la redacción de un diario de la ciudad de Córdoba. El de la sonrisa es Isaac, entre las mujeres están Sara Aijemboim (madre de Raymundo Gleyzer) y Elita Aizemberg. Uno de los actores (alto y muy joven) es Néstor Francisco. Año 1958.
Llevaron la obra a distintas provincias argentinas.

Arrancó en el IFT con El diario de Ana Frank, donde compartió escena con Elita Aizemberg y Sara Aijemboim —la mamá de Raymundo Gleyzer, el cineasta secuestrado y desaparecido durante la última dictadura, quien se crió en ese teatro, como mis hermanas y yo—.

Isaac y Martha en su despedida de solteros, en el Teatro IFT (1960)

Isaac y Martha en su despedida de solteros, en el Teatro IFT (1960)

Fue a fines de los cincuenta cuando Isaac conoció a Martha Spivak (1938, Buenos Aires, Argentina), mi madre, la más linda de las alumnas de la escuela. Ella venía del Teatro Municipal de Morón, admiraba al “Gordo” Haimo, como todos llamaban a mi papá —que hasta entonces usó el seudónimo Pablo Rivera—, por su talento actoral y su carisma.

Ambos coincidieron en una fiesta donde bailaron toda la noche y, entre cortes y quebradas, algunos twists, temas de jazz, charlas sobre «el método» (Stanislavski) y amigos en común, se enamoraron. La relación se afianzó; decidieron vivir juntos en Haedo. Un año después, en septiembre de 1960, se casaron. La despedida de solteros se celebró en el segundo piso del IFT, con guirnaldas.

La militancia y el arte confluyen en el “Haimo”, por Marcela, la hija más pequeña

Marcela Haimovichi

Marcela Haimovichi

Cuando tres pasitos míos alcanzaban su paso gigante.

Cuando de Haedo a Once, al compás del ferrocarril Sarmiento, papá me enseñaba cada estrofa del tango Mi noche triste (“Percanta que me amuraste/ en lo mejor de mi vida”).

El "Haimo" dando su discurso alusivo, década del 60.

El «Haimo» dando su discurso alusivo, década del 60.   Fuente: Visacovsky, N.: «Argentinos, judíos y Camaradas: Tras la utopía socialista» (Biblios, 2016).

Cuando la Pizzería “Belén” era “León Paley”, en Boulogne Sur Mer y Corrientes, a mitad de cuadra de esa misma calle, en el teatro IFT, fui la pequeña hija, la menor de tres mujeres, del anfitrión de un ritual: cada 19 de abril, Isaac recibía a quienes se reunían para conmemorar el Levantamiento del Ghetto de Varsovia. “Quienes lo escucharon recitando en esos actos, no se olvidan de aquella voz suya, que todavía me acaricia en el recuerdo”, evoca Irene, mi hermana del medio.

Ese acto unía distintos espacios que en mi niñez eran la prolongación de nuestra casa: el patio de juegos en el Centro Israelita (CIR) de Ramos Mejía —que después fue el CER de Villa Crespo—, la colonia Allá lejos en Mercedes, Zumerland, y el IFT, nuestro salón de fiesta, y teatro. Eso para mí era el ICUF.

En el teatro IFT durante un ensayo de la obra "Las tres hermanas de Chéjov". La dirigió el uruguayo Atahualpa del Cioppo. Su personaje era Chebutikin (chequear en Google). Actuaban Cipe Lincovsky, Marta Gam, Elita Aizemberg, Jordana Fain, Alejandro Marcial, Meme Vigo.

En el teatro IFT durante un ensayo de la obra «Las tres hermanas de Chéjov». La dirigió el uruguayo Atahualpa del Cioppo. Su personaje era Chebutikin. Actuaban Cipe Lincovsky, Marta Gam, Elita Aizemberg, Jordana Fain, Alejandro Marcial, Meme Vigo.

En el Teatro IFT, Haimo como actor fue, entre otros, pirata, rey y el Marqués de Sade. En palabras de mi hermana Irene:

Papá era enorme. Papá se escribe con mayúscula. Su enormidad no se debía a que fuese especialmente alto; Papá era enorme cuando se paraba en el escenario, su presencia escénica expandía aquel cuerpo hasta ocuparlo todo, incluso en el silencio, incluso de espaldas al proscenio.

Y no les cuento cuando emitía su voz, esa voz lo llenaba todo, cubría todos los espacios, era aire en el aire, era viento, era ternura y enojo, era grito, era su puño alzado desde el corazón, su puño izquierdo. Él en el escenario y sus tres hijas, Laura, Marcela y yo, y su sobrina Silvana, repitiendo cada verso como un eco desde la platea del teatro IFT.

Descanso en el IFT

Descanso en el IFT

Pero al Teatro IFT llegó un abril en el que no pudo ir. Entendí, en aquel tiempo de mediados de los 70, que el Partido Comunista había dicho que era peligroso para él, que lo estaban protegiendo, y él tan triste… y él tan generoso, amorosamente desde bambalinas acompañó y guió a un muchacho que lo reemplazó.

No sé si otro abril lo encontró en el IFT, solo sé que hoy lo recuerdo frente a una platea icufista que lo reconocía por su compromiso, su presencia, su puño izquierdo cerrado, su amplia sonrisa y su inconfundible voz, que hacía que quien lo escuchara dijera: “Ese es Haimo”.

El CIR de Ramos Mejía y el IFT unidos por la cinta de acero de los rieles del Sarmiento, por Irene, la hija del medio

Irene Haimovichi

Irene Haimovichi

Desde el Teatro de la calle Boulogne Sur Mer, de la mano de Marthita, que es decir del amor, llegó al Oeste conurbano y al CIR. Como en el IFT, su integración fue portadora de aquello que era: un hombre de escenarios.

CIR Ramos Mejía

CIR Ramos Mejía

Viene a mí el CIR, nuestro Kinder Club de Ramos, donde cada uno tenía su lugar en la urdimbre colectiva, donde nadie era más que nadie y las tardes de sábado nos encontraban compartiendo el mate cocido con galletitas.

Allí se convirtió en el presentador oficial de cuanto acto, recital, actividad artística hubiese. También fue el oído dispuesto a escuchar a tantas y tantos compañeros, el abrazo fuerte y afectivo para contener el dolor, la risa compartida en las alegrías.

En el escenario al aire libre, que hacía de fondo a la canchita donde los pibes jugábamos al fútbol o al delegado, su voz nos anunció la presencia de la Negra Sosa, el Quinteto Tiempo, César Isella. Recuerda mi hermana Marcela que

poder verlos, tenerlos tan cerca, después de escucharlos una y otra vez en el Winco de casa, me hizo creer que papá era un mago con traje a cuadritos, corbata y, bajo su brazo, un sobre de cuero lleno de poemas, de los cuales el que más recuerdo decía “Una montaña de zapatitos de pibe”, Zapatitos de Juan Gelman.

Todos cantamos con ellos, un coro sin director que entonaba estrofas de revoluciones, hombres nuevos, luchas inclaudicables.

Rodeado por algunas de las mujeres de la familia: Martha su esposa (de remera clara), a su lado. Paradas: sus hijas Marcela y Laura y su sobrina Silvana. De negro, su hija Irene. Les niñes: la nieta, Mile Levit, y la sobrina nieta, Oriana Durán.

Rodeado por algunas de las mujeres de la familia: Martha su esposa (de remera clara), a su lado. Paradas: sus hijas Marcela y Laura y su sobrina Silvana. De negro, su hija Irene. Les niñes: la nieta, Mile Levit, y la sobrina nieta, Oriana Durán. Ausentes, sus nietos: Ulises y Ana Wainstein, Luciana Clerici, y Pablo Damián Levit.

Los presentes, los activistas, temo olvidarme de algunos porque la memoria me es esquiva, y allí Grushka, Bardaj, Drucaroff, Rascován, Marasas, Spivak, Treguer, Sommer, Sposato, Hofman, Szock, Jacubovich, Kogan, Rozengardt, Kordon, Piterbarg, Feibrum, Kraizer, Lejtman. Y tantos más.

Óleo pintado por Irene, su hija, representa a Isaac trabajando en su taller de peletero, mientras Martha su esposa (también actriz) arregla las plantas del patio.

Óleo pintado por Irene, su hija, representa a Isaac trabajando en su taller de peletero, mientras Martha su esposa (también actriz) arregla las plantas del patio.

Tal vez ese Oeste era su lugar en el mundo, el Oeste y los escenarios, unidos por la cinta de acero de los rieles del Sarmiento. Papá sentado en las butacas de cuerina verde del vagón, con el libreto de la obra abierto en alguna página, a contramano de quienes regresan del trabajo va hacia un nuevo personaje, apropiándose de él durante el viaje. El escenario del IFT lo espera, siempre lo espera.

[1] Además de reseñas estimulantes y aplausos miles: la legislatura de la Ciudad de Buenos Aires lo premió con el Trinidad Guevara, en el Congreso Argentino recibió el Pablo Podestá a la trayectoria honorable y, por su papel en Recuerdo de dos lunes, dirigido por Agustín Alezzo en Andamio 90, le otorgaron el Florencio Sánchez.

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