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ENE
2016

Semana Trágica

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Otro aniversario de la Semana Trágica

Como quien no quiere la cosa, nos acercamos a un Centenario que no podemos pasar por alto: el de la Semana Trágica de 1919, cuando las fuerzas represivas del “orden” imperante, descargaron toda su furia represiva contra los trabajadores y el pueblo en Buenos Aires.

A esto se le suman otros componentes que potencian la cuestión:

  • la xenofobia y el racismo antisemita
  • la intervención abierta del Ejército, en forma conjunta con las fuerzas de seguridad tradicionales, policías y bomberos
  • la movilización de grupos paraestatales –la Liga Patriótica- en la coerción y persecución tanto de obreros como de judíos, conformados por “niños bien de la high society porteña” junto a elementos desclasados y lúmpenes
  • cierto “dejar hacer” (cuando no beneplácito) de las autoridades ante la situación
  • Los detalles de los acontecimientos son bien conocidos y se pueden resumir en que fue el primer pogrom ocurrido en BA y en la cantidad de trabajadores asesinados (unos 700 muertos y cerca de 4000 heridos, lo que llevado a una escala de hoy representarían en doble de víctimas)

Pogrom es un concepto de origen ruso que significa “causar estragos, demoler violentamente”. Históricamente, el término se refiere a los ataques violentos por parte de sujetos no judíos –generalmente delincuentes, facinerosos- contra los judíos en el Imperio Ruso y en otros países. Quienes perpetraban los pogroms estaban organizados localmente y, en ocasiones, tenían la venia del gobierno y de la policía, cuando no recibían su apoyo abierto. Cometían toda clase de atropellos: violaban y asesinaban a las víctimas judías, saqueaban y destruían sus propiedades (casas, tiendas, centros religiosos), generalmente con el visto bueno de los funcionarios. Se decía que eran acciones espontáneas, pero en realidad eran instigadas por las autoridades.

Como judíos nos interesa particularmente este evento en función de que fue el primer pogrom –no el único-, y el mismo, a casi 100 años de haberse realizado, permanece impune. Es mas, inclusive algunos de sus incitadores tienen cierta aureola de pro-hombres de la Patria, cuando en realidad, no eran mas que unos delincuentes bien vestidos y mejor perfumados, que poco se diferenciaban de aquellos que asaltaron viviendas, bibliotecas, templos, sindicatos, periódicos obreros. Calles, astilleros, monumentos, pueblos, chalets llevan los nombres de Dellepiane, Domecq García, O´Connor, Carlés, Vasena, Joaquín de Anchorena (quien fue Intendente de Buenos Aires y presidente del Jockey Club e incluso una carrera importante de caballos lleva su nombre). Pero por otra parte, es imposible hallar el nombre en la toponimia nacional de La Protesta, Pinie Wald o FORA, simplemente porque no existe. Se homenajea a los victimarios; a las víctimas de las olvida.

El origen fue la huelga en los talleres Vasena, en la que los obreros reclamaban mejoras laborales y salariales. Eso desencadenó una acción policial salvaje, que derivó en una huelga general en Buenos Aires y que culminó con el asalto a los barrios obreros y en especial al barrio judío. El motivo de ese ataque puede resumirse en el terror pánico que las clases dirigentes locales tenían a la propagación de las ideas revolucionarias –recordemos que solo un año antes, los bolcheviques habían tomado el poder en la Rusia Zarista bajo la conducción de Lenin.

A su entender, y en una simplificación harto infeliz y superficial, hacían un razonamiento muy frívolo: judío = ruso; ruso = revolucionario; consecuencia: judío = revolucionario.

Lo cierto es que se perpetró un ataque cruel y atroz contra el movimiento obrero en general y contra el barrio judío en particular. El pogrom duró varios días: se inició el 7 de enero de 1919 y culminó el día 14, luego de la intervención del Ejército en las acciones junto a la policía, bomberos y la Liga Patriótica Argentina, formación paramilitar que será el punto de partida de otras organizaciones de similar talante, uno de cuyos puntos finales son las 3A.

El gobierno radical de H. Irigoyen fue quien dio las órdenes de reprimir, aunque existe documentación en la que el general Dellepiane se arroga a sí mismo la decisión de intervenir, dado el carácter que, a su modo de ver, iban tomado los acontecimientos y sobrepasando la autoridad presidencial (que nada hizo al respecto, sino avalar lo actuado)

De esta manera, vemos varias cosas:

El Ejercito comienza a construirse como “reserva moral de la Nación” ante las clases dominantes

Irrumpe el paramilitarismo, auspiciado, financiado y respaldado por las mismas clases dominantes

La represión es salvaje y se impone esa costumbre de matar impunemente a los represaliados, sin que haya consecuencias posteriores.

Transcurridos 97 años de aquellos eventos tan dolorosos, su sola denominación en nuestra Historia Nacional resume lo sucedido: “Semana Trágica”. Semana trágica para los obreros, para los caídos, para los encarcelados, para los deportados, para sus familias, para todo el pueblo. Semana trágica para los asesinados que no volvieron a la vida y para los hogares que quedaron abandonados.  Semana trágica para la historia nacional que muestra que el “partido del orden” no tiene inconvenientes en apelar a cualquier instrumento (en este caso, la represión) para imponer sus condiciones y sentar el principio de autoridad. Semana trágica que señala con claridad la línea divisoria entre las clases pudientes y sus acólitos (gobiernos, policías, empresariado, desclasados) y los sectores populares. Semana trágica para la Nación que, aun teniendo un gobierno de raíz popular (como lo era el de H. Irigoyen), este prefirió acordar con los poderosos antes que con los postergados. Semana trágica para la cultura en la que ardieron bibliotecas y periódicos obreros (decía Enrique Heine que quien comienza quemando libros, termina quemando gente)

El ICUF (Idisher Cultur Farband / Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina) conmemora este acontecimiento no para quedar en la nostalgia ni abatirse en el dolor. Por el contrario, lo hace para honrar a aquellos hombres y mujeres que sufrieron la afrenta de ser perseguidos por ser (obreros, judíos, “maximalistas”) y para que, al no ser olvidado –considerando los tiempos presentes-, sea parte de la larga marcha del pueblo en la lucha por la conquista de sus derechos y sus libertades.

 

 

Sr. Marcelo Horestein                                                         Prof. Daniel Silber

Secretario                                                                        Presidente

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